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Gracias Doménec Fita

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19 | 11 | 2020

Ese niño, que corría por el hospicio de Girona, agarrado a las faldas de las Hermanas, era Domènec Fita. Es el niño travieso que ponía colorante en la pila del agua bendita para ver como las Hermanas quedaban marcadas con la cruz; es el niño que creció feliz, sintiéndose mimado por todos y que agradecía los recortes de las hostias cuando hacía de recadero para ir a buscarlas. Fue en niño observador que nada le era indiferente, apuntando ya a la gran producción que nos ha dejado 

También fue el adulto que nunca consideró un peso el haber vivido en el hospicio y que decía, al pasar delante de  la Casa de Misericordia, que era la casa más bonita de Girona y donde fue algo más que mimado; fue acogido y amado por las Hijas de .la Caridad y por un equipo de personas que le abrieron caminos de honradez y de entrega al servicio de Dios y de la sociedad mediante su carrera artística.

En su larga trayectoria debió recordar su oficio de monaguillo y aquellas palabras que escuchó muchos días de boca del sacerdote: “Sursum Corda”. Expresión que le serviría de acicate cuando llegaron los momentos duros de su vida, especialmente la caída de un andamio que le dejó parapléjico. No admitía  la pereza y la repetición cansina; había que crear y elevar su nivel expresivo sobre todo en las obras religiosas.

HIja de la CaridadNunca rompió el lazo que le unía a las Hijas de la Caridad, captando, desde niño, aspectos de ternura que supo expresar en sus primeros trazos de artista.

Cada Hermana era única y único había de ser el crucifijo que presidía su habitación; así como el grabado de la Virgen con el niño en brazos.

Detalles que no faltaron a lo largo de su vida y que han ido conformando un pequeño patrimonio que conservamos acá y allá y al que damos el valor de lo que no lo tiene porque trasciende: es el amor y la gratitud. Ponemos aquí algunas de las obras a las que tenemos especial cariño: 

“Ara fa doscents anys”: Pintura al óleo que representa a las seis primeras Hijas de la Caridad, con motivo de los 200 años de su implantación en España
 
“La Creación”. Vidriera con la que Fita obsequió a la Comunidad del Hogar Infantil para dar luz policromada al oratorio del piso donde se instalaron. En el momento de dejar el piso, la Provincia cedió esta vidriera a su autor y se halla en la sede de la Fundación Fita, que justamente se ubica en el antiguo Hospicio de Girona.

“Gratitud”. Escultura en la que Fita expresó, con gran ternura, el cariño que siempre tuvo a las Hermanas. Diseñó  este galardón con el que la ciudad de Girona les agradecía sus años de servicio a muchos niños y niñas.

Fita

A los 93 años ha pasado a la casa de Dios Padre, consciente de su partida y con la paz de quien ha sabido proclamar la fe mediante sus obras religiosas, previamente meditadas. En una entrevista grabada al cumplir 90 años nos exponía la profundidad de sus convicciones como cristiano  Se insertan aquí algunos de sus pensamientos.

“El ser humano, pienso yo, tiene mucho para dar y no se lo debe quedar para sí. A mí siempre me ha ayudado la cuestión religiosa, también en el arte. Cuando hago figuras religiosas, una de las cosas que me sabría mal es que la gente valore más la figura que el motor que me ha movido a realizarla; está hecha para que ayude, para que sea un complemento, nunca un fin. Si no es así, prefiero destruir mi escultura.

FitaPara mi Jesús es un revolucionario de una magnitud impresionante. Pienso que a Jesús se le ha llevado a un terreno de normas porque eso suele dar tranquilidad. Jesús es dinámico y se le ha petrificado. Él habla en parábolas para hacernos pensar y nos incluye en esos relatos para que reflexionemos; no da soluciones; deja que nosotros actuemos, que seamos más analíticos”.

… En la Sagrada familia, por ejemplo, Subirachs no captó la idea completa de Gaudí. Pensé que faltaba una cosa muy importante en la puerta de la pasión… era la entrada de Jesús en un borrico, expresando la diferencia entre el poder romano con el soldado montado a caballo y el hecho religioso de la figura de Jesús montado en un pobre pollino”. 

“En su Cristo yacente y en otras obras, Fita transmite un mensaje trascendente. Su obra entronca con la tradición iconográfica cristiana y añade su particular creatividad” (Abad Soler de Montserrat)

Si ingente es su obra en cantidad y calidad artística, lo es, sin duda su testimonio como cristiano, en búsqueda siempre para presentar a un Jesús vivo, dinámico, no petrificado, sin minimizar la dureza de su pasión y muerte. Descansa en Paz, Fita 


Rosa Mendoza, Hija de la Caridad