De Periodista a Hija de la Caridad

La periodista navarra estudió en la Universidad de Navarra y ha pasado por diferentes medios antes de convertirse en Hija de la Caridad.

Entrevista a Patricia de la Vega

En esta nuevo episodio de 'Artesanos de la Fe' hablamos con Sor Patricia de la Vega es una joven religiosa. Tras haber estudiado Periodismo y haber trabajado en varios medios en España e Italia, abandonó la profesión periodística para convertirse en Hija de la Caridad. Cuando uno encuentra lo que busca su corazón, halla esa plenitud. Otra cosa que deja clara su vocación es que el Señor sigue llamando, y que lo que hace falta es abrir el corazón para escucharle.

Emisión de votos de Sor Patricia De La Vega

                                  "TÚ SABES QUE TE QUIERO"

El pasado 14 de septiembre recibí el gran regalo de poder emitir los votos por primera vez acompañada de todas las hermanas de la Provincia, estuvieran o no presentes en la capilla de la Casa Provincial; mi familia; amigas; personas acompañadas con las que ahora comparto el servicio y profesionales. Fue el Señor quien eligió esta fecha, la exaltación de la santa Cruz, para ratificar mi compromiso de vivir como Hija de la Caridad para siempre. He visto en esto una llamada a crecer en el amor y la entrega, sin límites, hasta dar toda la vida. Elegí como Evangelio el encuentro post-pascual de Jesús y Pedro en el que le pregunta si le ama. Sintiéndome como Pedro, entre dudas y negaciones, también le contesté y le contesto que le quiero, que Él lo sabe todo: mi debilidad y los dones que me ha dado. La Eucaristía fue muy participada, preparada con todo detalle, profundidad y sencillez.

Después de compartir la comida, hubo una fiesta preparada por las hermanas en la que nos reímos y todos disfrutamos mucho. Las hermanas de mi actual comunidad, Siquén, con la colaboración de otras hermanas, contribuyeron a que el día fuera inolvidable. Ahora siento una gran fuerza interior que me impulsa a entregarme cada día a Cristo en mis hermanos y en comunidad. Con esta gran alegría y agradecimiento a cada una de vosotras por estar, de una u otra manera, presentes ese día, comparto con vosotras la acción de gracias que leí tras la Eucaristía:

“Te doy gracias, Padre bueno, por tu amor infinito que me envolvió como un abrazo desde que me pensaste. Gracias a mi familia por transmitirme este Dios amor a través de vuestra vida. Por transmitirme la fe, estar siempre a mi lado, ayudarme a crecer, enseñarme lo más importante y valioso, ser ejemplo de entrega, por hacerme una mujer feliz. Gracias, sobre todo, por quererme incondicionalmente.

Te doy gracias por mis tíos, padrinos, primos… y por mis abuelos, que me han mostrado la ternura, la alegría, el esfuerzo y la fidelidad.

Te doy gracias, Padre bueno, por la comunidad en la que hoy comparto vida, por las comunidades que me han acogido en estos años, acompañándome con paciencia, gratuidad, mostrándome la belleza y exigencia de esta vocación. Por todas las hermanas que han dejado una huella imborrable en mí. Hoy quiero recordar a sor Josefina, que tanto me enseñó en tan poco tiempo. Gracias por esta nueva familia, que sois vosotras, hermanas.

Te doy gracias, Padre bueno, por mis amigas, que me hablan de la alegría de compartir y sois un apoyo muy importante en el camino. Por mis compañeros, de quienes aprendo cada día y sois un ejemplo por vuestro esfuerzo, trabajo y sensibilidad.

Te doy gracias, Padre bueno, por acercarme a vosotros, que sois el alma y sentido de los diferentes proyectos de la Obra Social. Gracias a cada uno, de corazón. Gracias porque con vuestro ejemplo me ayudáis a ser mejor persona, a desear superarme, a buscar lo más auténtico, a luchar por lo que merece la pena: amar y gastar la vida por los demás sin esperar nada pero recibiendo todo. A dejarse amar desde la debilidad. Vosotros sois muy importantes porque reflejáis, como nadie, quién es Jesús, cómo es el amor de Dios. Gracias por dejarme acompañaros, por abrir mi ser a culturas, países y religiones diferentes. Gracias por recordarme que Dios tiene un solo corazón y muchos rostros. Gracias, Padre bueno, por los 79 niños que en estos años han formado parte de mi vida. Ellos han cambiado mi corazón, siendo luz y brújula hacia Ti, mostrándome la grandeza de lo pequeño y cómo es tu Reino.

Gracias, Padre bueno, por llamarme a esta maravillosa vocación, por darme la oportunidad de reconocerte, servirte, acompañarte en quienes más sufren, junto a otras hermanas, en comunidad. No podría imaginarme vivir de otra manera que teniéndote a ti como principal y única riqueza; que escuchando tu voz y yendo dónde me envíes para compartir vida con quienes están al margen. Gracias porque Tu me haces inmensamente feliz, una felicidad realista que me impulsa a amar más en este mundo que sufre. Que me siento agradecida por poder llamarme Hija de la Caridad y emitir los votos, que me ayudan a ser más libre y a vivir en autenticidad.

Padre, Tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero y que, desde mi pobreza y mis dones, deseo seguirte y entregar la vida, sin límites ni condiciones, como tú nos enseñaste: Hasta la cruz. Cuento con todos vosotros, necesito de vuestra ayuda para que me sigáis acompañando, enseñando, alentando, a entregarme cada día y durante toda mi vida”.

Patricia De La Vega

 

Me gustaría expresar, lo que viví el otro día.
Esa fiesta tan hermosa de los Votos de Patricia.
Una celebración entrañable, que llenaba la Capilla.
Los cantos muy adecuados, interpretan sus amigas,
Las lecturas apropiadas, para ésta fecha querida.
Las preces son proclamadas, por los chicos que ella guía.
Patricia con entereza hace su entrega en voz alta
Al esposo de su vida. Cristo que llena su alma.
Las ofrendas todas ellas, con motivos vicencianos,
Van presentando al Altar, los detalles indicados
Formando éste gran lema “Del Amor que nos empuja 
A servir con entusiasmo, ternura y delicadeza, 
Viendo en todos los hermanos la presencia de
Éste Cristo que es el móvil de su entrega.
Antes de finalizar, esta hermosa Eucaristía, 
Sor Juana María dice palabras llenas de vida,

Animándole prosiga con ánimo y valentía. 
Otra hermana le recita un poema, que le anima.
Un sacerdote recuerda las vivencias que en su día

desde Roma convivieron unas jornadas muy vivas

Finalizada la misa, pasamos al comedor
Que con primor prepararon para ésta fiesta mayor.

La fraternidad se masca, en este ambiente sincero.
Se cruzan palabras, risas, que algazara,

Que alegría Patricia no cabe en ello.

Y no digamos la fiesta que preparan las hermanas

Son unas grandes artistas, y es que el amor ahí, se masca.
La fiesta ha terminado y todos se van contentos
La Comunidad feliz por el esfuerzo bien hecho.
Y sus amigas del alma, satisfechas por el éxito. 
Me quedé reflexionando cuando la gente salía

Y elevando la mirada al cielo, dije al Señor
¿Y qué diré de Patricia? 
Un silencio se apodera dentro de mi corazón 
Pues sé que ella es feliz.

Y LE DA GRACIAS A DIOS.

Una hermana