Día Internacional de la Alfabetización

  • Proyecto Chatillon
08 | 09 | 2024

La mayoría de las personas inmigrantes acogidas al programa de apoyo de Chatillon en Zaragoza (en torno a un 80%) presenta un grave problema de carencias en lectura y escritura. Son jóvenes que en sus países de origen no han pasado por la escuela, o si lo han hecho, ha sido de forma breve y desestructurada. Algunos conocen el alfabeto y la numeración y los manejan con gran dificultad, lentitud y desacierto. Otros son completamente iletrados.

Así pues, llegan a un país extraño y carecen de una herramienta fundamental para afrontar su integración como es la capacidad de leer y escribir. Todo ello con el agravante de que una alfabetización básica es requisito imprescindible para plantear cualquier posibilidad de progreso profesional. Lo mínimo que les van a solicitar a la hora de acceder a un posible empleo es que rellenen un formulario con sus datos personales. Y para eso hay que saber escribir.

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La alfabetización de estas personas es el principal y más complejo reto formativo con el que nos encontramos a la hora de plantear la sistemática docente, que les procure unos mínimos recursos de comunicación y de comprensión en una lengua que desconocen.

Las diversas metodologías de enseñanza del español, incluso las ideadas para ser específicamente aplicadas con personas inmigrantes, parten de la base de que los alumnos implicados disponen de una base mínima en alfabetización, incluso unos conocimientos básicos en el manejo de aparatos tecnológicos.

La mayor parte de los estudiantes con los que nos encontramos en Chatillon-Zaragoza no reúnen esas características. Por tanto nos enfrentamos al reto de tener que adaptar metodologías o incluso tener que recrear nuevos sistemas de enseñanza-aprendizaje dirigidos a personas adultas que apenas saben leer y escribir.

El procedimiento empleado pasa por basar las sesiones formativas en dos aspectos fundamentales: la imagen y la vida cotidiana: la rutina diaria como escenario en el que situar la materia formativa. La labor se complementa con el uso de nuevas tecnologías, que facilitan a los alumnos ‘ver’ y ‘sentir’ el idioma, para que de esa forma puedan ir asimilándolo y sistematizándolo.

Los recursos audiovisuales resultan imprescindibles en la etapa inicial de aprendizaje para personas adultas que pisan por primera vez un aula en condiciones y que no habían experimentado nunca un contacto regular con un/a docente y con otros compañeros de formación. Su única vía de contacto con conceptos y realidades más allá de su propia entidad es el teléfono móvil, que usan por lo general de manera muy precaria y escasamente provechosa.

Es decir, están algo familiarizados con el mundo audiovisual y por tanto ese debe ser el principal recurso que nos permita canalizar la transmisión de conocimientos. Existe abundante material videográfico específicamente orientado hacia la enseñanza del español.

Pero además nos servimos también de grabaciones y creaciones informativas, divulgativas o de entretenimiento, que debidamente utilizadas pueden servir también como instrumentos de aprendizaje.

Por supuesto, los productos audiovisuales se integran dentro de una programación previamente diseñada para que los alumnos se vayan alfabetizando al tiempo que aprenden el nuevo idioma. La tarea es compleja, pero los resultados están siendo aceptables. Una buena parte del alumnado, pese a sus carencias comunicativas y educacionales, experimenta notables avances en el aprendizaje de herramientas básicas del idioma como son la escritura y la lectura, así como en la comprensión y uso de la lengua orales como sistema de comunicación.

La metodología apuntada resulta más efectiva gracias a que los grupos de enseñanza están integrados por pocos estudiantes, lo que permite al profesorado hacer un seguimiento más preciso y riguroso de cada uno de ellos.

Además, la labor del profesor de español se refuerza con la realización de clases adicionales por las tardes. En ellas los alumnos reciben una formación prácticamente personalizada (no más de cuatro estudiantes por unidad). Esas sesiones las desarrollan personas voluntarias, que utilizan métodos de enseñanza más convencionales (libros, cuadernos, cartillas, etc.), pero igualmente efectivos en la consecución de los objetivos marcados.

José Joaquín Berdún Chéliz

Profesor de español del Proyecto Chatillon