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Historia de un Rotavator

  • Rotavator
12 | 02 | 2023

Érase una vez…

Sucedió en San Lorenzo, un pueblo en la zona preamazónica de Bolivia, a donde solo hay acceso por un camino que habilitan en tiempo seco, unos 3 meses.  Con el club de ancianos nos propusimos trabajar las huertas en terrenos que tenía la Parroquia. Cada mañana a las 7, ya estaban los ancianos dispuestos a desayunar, y trabajar. La tierra estaba muy dura y yo recordaba en mi pueblo preparando el terreno y edrando con un rotavator. ¿Por qué no aquí?

Un correo del P. José Manuel, de la parroquia del Padre Nuestro de Mendillorri (Navarra), nos dio la solución. El grupo de jóvenes quería hacer una feria para ayudarnos, nos enviaron unos 2.000 $. Bueno, bailamos de contentos y fue el comienzo de una peregrinación que mereció la pena buscando en todas las importadoras de maquinaria agrícola en Bolivia. 

El traslado hasta San Lorenzo fue otra aventura:

 

  1. Desde el Comercial a transportadora de transporte pesado.
  2. De Transportadora a Trinidad
  3. De Trinidad a casa de las Hermanas para que lo guardaran hasta que el camino estuviera habilitado.
  4. De Trinidad a San Lorenzo.

Cada vez que había que subir y bajar del camión el aparato había que alquilar una grúa, excepción a su llegada a San Lorenzo, donde no hay esos elementos y sí mucha imaginación. Tablones, fuerza y pulso y el rotavator estaba delante de la Parroquia. ¡ALELUYA!.

Armarlo, no llegó la caja de herramientas (que más tarde encontré en la importadora toda rota). Hubo que buscar un mecánico de la ciudad próxima y 2 ancianos interesados en aprender. Al fin, funcionaba. Dieron la vuelta triunfal por la plaza, se desplazó a los terrenos y… manos a la obra. Muy difícil, apenas arañaba el terreno tan duro.  Vinieron de España 5 jóvenes voluntarios durante 2 meses. Uno de ellos, valiente, aficionado a todo logró utilizarlo, pero los viejitos no podíamos. 

Vuelta “pa tras” y su traslado al TIPNIS, donde tenemos un Instituto de agropecuaria, con mucho terreno y animales y donde los jóvenes trabajan y aprenden de todo. Para llegar no hay caminos. Aprovechamos el tiempo de lluvia para navegar por el gran río Mamoré, después el Sécure y…hasta ahora hace una excelente labor. Lo manejan sin dificultad, maestros y alumnos, prepara la tierra, hace los surcos y da mucho fruto. 

Nada, que los viejos ya no comulgamos con la tecnología, tenemos que seguir con el azadón, pero también da su fruto.

Mil veces gracias a todos por vuestro cariño y colaboración. No os canséis que ya veis, sin vosotros las misiones no triunfan.

Sor Adelina Gurpegui desde Bolivia