Sor Josefina Hernández Campillo

11 | 07 | 2024

El día 8 de Julio, nuestra querida Hermana Josefina llegó al término de su vida, pero ahora la han acogido las manos del Padre. Sabemos que ya está saboreando de su presencia; liberada de toda culpa, ha entrado en la luz gozosa de la Casa de Dios.      

Nos encontramos reunidas para celebrar la EUCARISTIA por nuestra entrañable Hermana; aunque su vida ha sido tan longeva como fecunda, no es fácil hablar, sería mejor dejarse envolver por el silencio, evocar tantos recuerdos, que de pronto se agolpan en la memoria y… orar.   

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Pero también es un momento muy oportuno para confesar nuestra fe en la resurrección. Confesarla con esperanza y hasta con gozo interior, sin otro fin que el de agradecer a Dios el don de la vida y de la fe de Sor Josefina; esa fe que la ha ayudado tanto a vivir, a luchar con esfuerzo y tesón.

Sor Josefina Hernández Campillo nació en MURCIA el 2 de Mayo de 1927. 

El Señor derramó abundantes “gracias” en ella, a las que respondió con generosidad y lealtad, aún en sus últimos años de su vida, a pesar de sus limitaciones.   

Fue una verdadera Hija de la Caridad. De mucha vida interior. La práctica de los Sacramentos la conducía cada vez más a sentir la alegría de pertenecer al Señor y de servir a los pobres.    

En su vida existían tres amores: los niños, los pobres y la Virgen Milagrosa.  

Cuando estuvo en Benicalap, en recepción, recibiendo a niños y madres, su estilo acogedor y sencillo, su delicadeza exquisita en el trato, atraía a las madres de los alumnos, tanto… que algunas de ellas le manifestaron su situación económica; y ninguna familia se iba a casa con las manos vacías, con unas palabras de aliento y consuelo y con la oración “Oh María sin pecado concebida…”  

En la Comunidad siempre tenía una sonrisa amable y tono suave, tenía el arte de aglutinar a las Hermanas, contando alguna anécdota de los niños… 

Trabajó mucho en la Asociación de la Medalla Milagrosa, en las capillitas de la Virgen. Además de catequista de dos Parroquias: San Roque y Santa Rosa; daba la comunión a personas ancianas y enfermas.

Es de esas H.C. que se puede afirmar sin titubeos: PASÓ LA VIDA HACIENDO EL BIEN.

Junto a estos sentimientos, confesamos una vez más nuestra fe en la Resurrección.

Sor Josefina, tú que tanto amaste a la Medalla Milagrosa, la diste a conocer y enseñaste a amarla, intercede por todas nosotras, para que podamos ser cada vez más fieles al proyecto de Dios sobre cada una y sobre la Compañía. 

Que te recordemos siempre como la Hija de la Caridad que no consintió que nada ni nadie apagara el fuego que había en tu corazón, que tanto te llevó a amar a Jesucristo en los niños y en los pobres y a la Virgen Milagrosa.

Con cariño de tu Comunidad de SAN EUGENIO de VALENCIA

                             


     


 

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