San José

  • José
19 | 03 | 2025

En este Año Jubilar que, por gracia, estamos celebrando y en que se nos invita a peregrinar hacia el Dios que nos espera, nos parece oportuno recordar la figura de un gran caminante, San José. Él, junto a María, emprendieron un largo camino llevando, a lomos de un borrico al GRAN PEREGRINO de la historia. Caminaban con sufrimiento cumpliendo la voluntad del Padre pero… con la esperanza de un regreso jubiloso por haber cumplido una misión salvadora.

Se nos antoja pensar y casi adivinar la conversación entre José y María. José le diría, con una sonrisa picarona: Este niño, María, nos va dando bastante guerra; ya no quiso nacer en nuestra acogedora casita de Nazaret; Padre Dios nos lo envió en un establo, cuando por orden superior, caminábamos a Belén... ¿Qué será de nosotros cuando siga creciendo? María le miró con amor pero no decía nada...

Y el Niño iba creciendo en edad y sabiduría. José, como padre, le iba enseñando el oficio de carpintero; había que ganarse el pan de cada día. Jesús, que así le llamaban porque alguien le dijo a María “que le pusiera Jesús”, parecía responsable y se lo llevaron a Jerusalén en peregrinación al templo. José, se fiaba mucho del muchacho y le dijo: "puedes ir por la ciudad a dar una vuelta y... ya sabes la hora el regreso, no te despistes". Y María, con más intuición como madre, no calló en esta ocasión y dijo a José:

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¡Te fías demasiado, es un adolescente...¡mira que si le pasa algo..!. José, era un hombre Justo y estaba seguro de que el “jovencito” era un hijo obediente y que ya sabía muy bien lo que hacía; convenía dejarle cierta libertad para su propia madurez. A todo este acertado razonamiento, María seguía escuchando y rumiando en su interior las palabras del ángel: Este Niño será signo de contradicción... José intuía la preocupación de María y le dijo: “No te preocupes mujer, vendrá un poco más atrás con sus amigos, tiene conocimiento y sabe lo que hace; Dios Padre está con Él”. 

Pasaron tres días de camino. Regresaban contentos de haber cumplido con el Jubileo. Era año Jubilar para ellos. Pero... la Madre, siempre Madre, observó que Jesús no iba con ellos... Había que regresar...

¡ay José, ya te lo decía yo... Mujer, no te preocupes, se habrá. entretenido con algunos de su misma edad...! Preguntaban angustiados hasta que unos del pueblo les contaron que lo habían visto en el templo sentado y tranquilo, oyendo lo que decían los mayores, que según parece eran doctores... Y allá lo encontraron. Aquí tomo la palabra María: Hijo, ¿ por qué has hecho esto con nosotros? ¡No te puedes imaginar el sufrimiento que teníamos tu padre y yo! Jesús, muy tranquilo trató de darles explicaciones:

Pero ¿aún no sabéis que yo tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?  Mamá, tú lo sabes bien... sigue guardando todo en tu corazón que a papa se le pasará el disgusto Aquel día empezó a ser más obediente a su Padre y a su Madre. 

José era un hombre justo y siguió siendo justo hasta el día en que recostó su cabeza en su hijo y se marchó con Dios Padre, después de haber cumplido la sagrada misión de tutelar, nada más y nada menos, que al Hijo de Dios. Hoy, que es su día, le ofrecemos esta bonita composición sálmica:

Porque fue varón justo, le amó el Señor,
le dio el ciento por uno su labor.
Sencillo, sin historia, de espalda a los laureles, 
escala los niveles más altos de de la gloria.

San José: ¡qué suerte tuviste! ¡Qué buena muerte tuviste! ¡Qué buena Mujer tuviste! Os esperamos a los dos el día en que nos toque emprender nuestra última peregrinación hacia la casa del Padre. ¡¡¡Ese día será nuestro gran Jubileo!!!

Equipo Comunicación