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Recordando a Sor Jose
Ya no hablan las manos de Sor Jose.
En recuerdo de Sor Josefina Pardina Carrera.
Pero … ¿es que las manos hablan?
Si i i i i i i i i i i i i i…… gritan, brazos en alto, un montón de niños. En el brillo de sus grandes ojos se lee el convencimiento y la sinceridad de su respuesta. Son los gitanillos de la guardería “Los Chavorrillos” de Casa Antunez, en Barcelona.
Claro, ¡qué bien lo saben ellos!. Las manos de Sor Jose les hablaron de AMOR, de amor CONCRETO, hecho servicio.
Y los niños hablan, cuentan: A mi…A mi…A mi…A mi…Imposible reproducir TANTO de cada “a mi…“
Fueron 22 felices y esforzados años. Sor Jose seguía llevándolos en su memoria y en su corazón.
Su vida se fue llenando de más niños, de más adolescentes…, los que la obediencia le encomendaba:
Los niños del piso en Casa Antunez, los de los Hogares Infantiles de San Andrés de la Barca, de Lérida, de Casa Solaz Infantil…, todos han conocido el cuidado de Sor Jose, cuidado hasta el último detalle, el detalle que habla de una finura de amor.
¡Que no falte nada!: bocadillos personalizados, ropas, mochilas, colegios…
Todos encontraron en ella unas manos de madre que acoge, disculpa, acaricia, que limpia, que pone guapos, que AUPA… con ese amor que Dios puso en su corazón.
Un amor que ella celosamente alimentaba a diario. Había que madrugar, para rezar antes de iniciar la actividad.
¡Había que madrugar! Con naturalidad, sin medalla de heroína.
Entrega, tesón, fuerza de voluntad. Todo en aras de su SER servidora de Jesucristo en la persona de los pobres, de los niños que “eran su peso y su dolor”.
Así la conocimos. Sí, a pesar de su pierna ” tonta”. Así llamaba a su pierna izquierda. Una pierna, que desde joven no siempre le obedecía, que a veces la dejaba clavada en un cruce de calle. Pero “no es nada”.
Esta mujer fuerte, sierva de los pobres, nació el 18 de marzo de 1946, en San Feliu de Veri, un pueblo rodeado de verdes prados y cumbres nevadas, del Pirineo de Huesca. Gente recia. Allí creció rodeada del cariño de los suyos. Decía que había sido excesivamente querida por todos, ya que al poco de ella ver la luz, su madre voló a encontrarse con EL QUE ES LA LUZ.
Su pierna izquierda no pudo doblegar su voluntad, ni pararla para pensar en ella… en 20 años? Caidas…fracturas…
Poco a poco un abanico de síntomas se iba desplegando y al fin se leía en el: “Esclerosis Lateral Amiotrófica”, eso que da miedo nombrar: “ELA”.
Un equipo multidisciplinar lleva el seguimiento médico.
Las Hermanas de la comunidad y el personal auxiliar forman equipo para cuidarla las 24 horas, día tras día.
A pesar de tratamientos y cuidados, además del dolor, al abanico se le iban rompiendo varillas: La del habla, de la movilidad, de la respiración, del descanso, de la deglución…
La cabeza, manos y corazón de todas están a disposición para apoyar tanta debilidad y limitación. La brisa del cariño y de los medios técnicos le ayudan a no soltar el abanico.
Serán importantes las varillas rotas pero quedan…: La vida. La conciencia. El participar en la Eucaristía, y en todo lo posible de la vida comunitaria. Queda… el cariño que reza, cuida y acompaña.
Y más aun… queda la FE, QUE DA SENTIDO A TODO.
¡AH! Y queda LA COMUNICACIÓN: Los dos últimos años, no puede hablar, pero un cuaderno y un bolígrafo suplen de momento.
Luego mejor una pizarrita y rotulador vileda, que se hacen sus inseparables. ¡cuánta comunicación a través de una sencilla pizarrita…!.
En la distancia, el whatsap sustituyó la llamada telefónica. .¡cuánto le ayudó a comunicarse con su familia, con Hermanas y con tantas personas que la querían!. Hasta que sus dedos claudicaron.
Para los de cerca aun quedaba el lenguaje de su rostro…, sus ojos…, sus gestos…, SUS MANOS.
El día de la Inmaculada, con semblante sereno se sumaba a las oraciones, que junto a su cama, recitábamos a la Virgen. Por la tarde el Párroco le administró el Sacramento de la Unción de enfermos, que ella recibió consciente y agradecida.
Llegó un momento que la gravedad de su estado, nos hizo sentir que la comunicación se había cortado: ¡YA NO HABLAN LAS MANOS!
El día 14 de diciembre EL PADRE, quiso colmar la ESPERANZA, que alimentó en sus 75 años de vida. La llevó al descanso, que sólo El sabe cuánto necesitaba y merecía.
Sor Jose: nos cuesta vivir en la realidad de que ya no estás…
Nos desborda todo lo vivido en éstos casi cuatro años, tan intensos…, tan entrelazadas tu vida y las nuestras.
Sabíamos mucho de tu entrega en el servicio a los niños. En éste tiempo, hemos palpado tu grandeza de alma ante la enfermedad.
Nosotras sentimos la necesidad de hablar de ti, y comentamos…:
Ante una enfermedad tan dura, no hizo tragedia y nunca se reveló contra ella.
Quiso estar siempre informada de su evolución, llegando a aceptar con naturalidad su empeoramiento y al mismo tiempo conservando el deseo de vivir. Siempre y en todo vió y aceptó la Voluntad de Dios
Puso toda su colaboración, a veces sobre sus fuerzas, para conservar lo más posible las capacidades que iban decayendo.
A pesar de su situación, pensaba siempre en los demás. Se interesaba por los niños, por las penas y alegrías de todas las que la rodeábamos, de su familia, de las nuestras…, pendiente de todo lo referente a la Compañía y de lo que sucedía cerca y lejos.
Sor Jose: Nosotras hablamos de ti y seguro que tu hablas a Jesús y a María, de nosotras y de tanta gente querida que has dejado por aquí.
Cuando Dios disponga…¡nos vemos!.
Sor Matilde Ubiergo HC - Comunidad Casa Solaz Infantil -
Sor Jose “La Jose”
A las afueras de Barcelona está Casa Solaz Infantil, un lugar lleno de amor y ternura. Ahí viven niños desamparados necesitados de cariño, mucho cariño.
Casa Solaz Infantil fue el hogar de la Jose, ahí su caminar era silencioso, apenas sentido, pero su presencia lo llenaba todo.
Ahí nos mostró a todos que podía sanar almas atormentadas con la mirada, con la palabra, con un apretón de manos, era su don, su milagro.
Fue su carisma el que caló en nuestros corazones dejando esperanzas ahí donde nadie creía. Nunca descansó en su empeño de cumplir su acometido y doy fe de ello.
Su atención y respeto con los niños, como lo hizo Santa Luisa, nos dejo marca en nuestro acometido como educadores.
Era capaz de entender más allá de lo que nosotros comprendíamos, era sensible con los niños, conocía sus abandonos y compartía sus sufrimientos.
Hoy su recuerdo me llena de nostalgias y su legado de esperanzas. El tiempo pasará y los niños venideros conocerán su carisma, porque su legado perdurará por siempre.
Fuisteis afortunada en conocer la voluntad de Dios, porque su luz te trazó tu vocación, dar esperanzas a los niños “expósitos”.
Ahora somos nosotros los que estamos deseosos de seguir tu camino y espero que tu presencia nos guie en este rumbo incierto lleno de adversidades.
Tus palabras pausadas, tu confianza, tu entereza en momentos agitados, nos mostró luz en el camino, porque nunca dejaste de ver con quienes tratamos.
Aunque tu humildad fuera tu estandarte tu legado estará escrito en letras bien grandes.
“Usted va delante, pronto la volveré a ver en el Cielo".
Toni (Educador)