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La herencia vicenciana
En la conmemoración del 400 aniversario del carisma, Jose Manuel Aparicio ha estado orientando una vez más, la formación de los equipos de trabajo de nuestros centros y proyectos de acción social. Nos ha hablado de herencia: Una de sus acepciones es: “Rasgo o rasgos (…) que habiendo caracterizado a alguien, continúan advirtiéndose entre sus descendientes o continuadores”. Este es el punto de partida para algunas reflexiones que nos brinda Josema Aparicio en torno a la celebración del 400 aniversario de los primeros acontecimientos que dieron origen a la Familia Vicenciana. Para ello comenzamos por bucear en los hitos más notables acaecidos en Europa y en el mundo en las primeras décadas del siglo XVII. Lo que descubrimos fue que constantemente la humanidad está convocada a reflexionar en torno a preguntas como éstas:
- ¿qué hacemos con los avances tecnológicos?
- ¿cuál es el valor del individuo?
- ¿qué hacemos con la fractura fe-ciencia?
- ¿cómo resolvemos las llamadas guerras de religión?
- ¿qué hacemos con un mundo tan oscuro y sombrío?
- ¿qué hacemos con el tipo de economía que está empezando a surgir?
- ¿cómo pasamos de una época a otra en la Historia?
Por medio del arte y la filosofía llegamos a la conclusión de que es necesario en cualquier grupo establecer un contrato social, unos acuerdos que nos ayuden a progresar en todas las dimensiones del ser humano y de la misma sociedad y para esto es necesaria la tolerancia, no en el sentido de relativismo que en nuestra época se le da, sino como fruto maduro de una reflexión y diálogo honesto en el que los interlocutores han podido definir: lo que para todos es irrenunciable, lo inadmisible y lo tolerable. Todas las sociedades y las épocas han caminado en estos paradigmas y así tenemos diferentes tipos de contratos sociales: la guerra fría, los Derechos Humanos, las virtudes, los valores… las bases en las que se forman los diversos grupos y asociaciones, como la Familia Vicenciana. Dentro de la espiritualidad vicenciana encontramos: un camino hacia el Dios Trinitario, un camino hacia el otro, y un camino hacia el interior. ¿Con qué equipaje vamos a recorrer este triple camino? En las cinco virtudes que propone san Vicente a sus compañeros porque también las practicó Jesús:
- La sencillez, “como el agua”
- La humildad, “con los dos pies en el suelo, uno en las capacidades y el otro en las motivaciones”
- La mansedumbre, “personas sosegadas, personas equilibradas”
- La mortificación, “vivir sencillamente, para que otros, sencillamente, puedan vivir”
- El celo, “poner alma y vida en todo”
Con estas cinco virtudes somos capaces de VER MÁS: Ver a los pobres, que están invisibles, analizar las causas de la pobreza, trabajar en equipo, formar estructuras autosustentables, hacer las cosas sabiendo que “Dios las ve”, “dar la vuelta a la medalla” para ver eso que no se ve a simple vista: que los pobres son el mismo Cristo, establecer amistad con los pobres, vivir con sentido de la Providencia, pues participamos en procesos cuyo final no vamos a ver, tener el sentido de la cruz de Cristo y preguntarnos constantemente: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Agradecemos esta jornada en la que hemos podido reflexionar y seguir profundizando en nuestra herencia, para amarla, para cuidarla y para saber compartirla con otros.