La Comunidad… con miras a la Misión
Los días 16-17-18 nos reunimos en Madrid, en la comunidad San Vicente, el grupo de hermanas sirvientes hasta siete años de servicio a la comunidad en España. Llegábamos con el interés y certeza de la necesidad de formación como Hijas de la Caridad como dice nuestra C.58 “…convencidas de la necesidad de una formación continua; por una parte, para adquirir un conocimiento más profundo de nuestra vocación y del significado de ésta en la Iglesia y en el mundo …”
El sábado tuvimos un encuentro grato con el Padre Corpus Delgado, el padre que nos iba ayudar a reflexionar sobre nuestro servicio y con él teníamos asegurada una excelente formación de “pan de casa”.
El tema formativo fue la Hermana Sirviente al servicio de la comunidad. El padre Corpus, desde su interés cercano por las Hermanas, comenzó el sábado desarrollando “la Comunidad… con miras a la Misión”.
Fue intuición del Espíritu Santo el crear una comunidad para servir al Pobre con idas y venidas, por lo tanto, es el Espíritu Santo el que tiene que seguir inspirando la vida de comunidad. El Espíritu Santo soplará siempre que nuestros corazones estén abiertos a los que el Señor nos pida, por tanto, es necesario vivir en actitud de apertura, apertura quiere decir que no lo sabemos todo, no tenemos la respuesta de todo sino que necesitamos ver cómo nuestro camino se va perfilando a la luz del Espíritu.
Es el Espíritu el que dispuso y dispone la Comunidad de las Hijas de la Caridad para la misión, para la vida de la Iglesia. La Iglesia existe por y para la misión (EG). La Iglesia existe para evangelizar, para llevar la buena nueva a los Pobres (Papa Francisco).
Misión y comunidad se va alimentando mutuamente. La comunidad no solo es un medio para hacer la misión, sino que el seguimiento de Cristo implica comunión con Cristo y los discípulos que Él reúne.
La comunidad no es instrumental, sino que tiene que continuar la misión de Cristo “los llamó para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar” (Mc 3, 13-14)
La misión es el horizonte de la vida de Cristo, y por lo tanto para la comunidad. Es la misión quién convoca a la comunidad y ésta la que debe provocar el afecto personal y el ardor misionero donde todos seamos hermanos.
La comunidad es comunión de amor, se hace entrega por amor. La Trinidad, amor del Padre, Hijo, Espíritu Santo se manifiesta en la creación del mundo y en la Encarnación del Hijo de Dios. Cultivar esa unidad y comunión trinitaria es la misión de la Hermana Sirviente. Esta comunión no viene de abajo, sino de arriba, de Dios Trinitario. La comunión se logra por el amor, unidad que se expresa en la misma vida de Dios.
El padre Corpus, resaltó el hoy de la comunidad para la misión en diez puntos muy significativos para nuestra vida, como son:
- Leer los signos de los tiempos, cada acontecimiento es una manifestación de Dios.
- Con un mismo sentir y por la fidelidad al Evangelio, en una comunidad de fe, concreta en el carisma.
- Comunidad que celebra la fe, con una calidad de vida espiritual.
- Comunidad en discernimiento, buscando juntas la voluntad de Dios en nuestras vidas.
- La hermana Sirviente cultiva la corresponsabilidad y la comunicación, el padre iluminó este punto con una frase del Papa francisco “Si quieres llegar el primero ve solo, si quieres llegar lejos hazlo en comunidad”.
- Comunidad abierta, que participa de la vida de los pobres.
- Comunidad formadora, en la que unas a otras nos ayudamos a dar forma en nosotras, las actitudes de Jesucristo para el servicio de los pobres.
- Comunidad internacional, sin fronteras, abiertas a otras culturas
- Comunidad de misericordia donde se viva el amor y el perdón.
- Comunidad de esperanza, desde la alegría y esperanza llenas de confianza en Dios.
Para terminar este sábado de formación el padre nos habló de “La Hermana Sirviente acompañante en la Comunidad para la Misión”. Cada punto desarrollado estuvo iluminado por escritos de San Vicente de Paul y Santa Luisa de Marillac , así como por puntos de nuestras constituciones.
Los puntos en los que nos hizo hincapié son: La hermana Sirviente creemos en nuestra misión, nos sentimos elegidas por Dios, nombradas por Dios, y tenemos que ser capaces de quererlo con todo su corazón; vivimos como Hijas de la Caridad, estimando este nombre, actuando en caridad, estando en Dios; cuidamos de nuestra propia formación, de la comunión y del sentido de pertenencia, para llegar a ser capaz de adquirir una convicciones que nos afiancen y unifiquen nuestra entrega total a Dios; amamos a nuestras hermanas, les dedicamos tiempo, favorecemos la participación de cada una de ellas; compartimos todo, no nos sentimos dueñas de nada, ni en la vida de comunidad ni en la misión; cuidamos el clima comunitario creando una atmósfera de fe; practicamos la promoción fraterna, que va mucho más allá y mucho más profundo que la corrección fraterna.
Nos recordó qué tiempos fuertes debemos de cuidar y acompañar en la vida comunitaria; la comunicación a las hermanas, la petición de la renovación de los votos, la atención a las hermanas enfermas y mayores y la disponibilidad sobre todo en la cotidianidad de la vida, en pequeños gestos que hacen grande la vida comunitaria.
Fue un sábado lleno de ideas, vivencias, experiencias de vida muy enriquecedoras que se vieron compartidas en la Eucaristía y confiadas a Dios en la oración fraterna.
El domingo continuamos nuestra jornada iluminadas por la sabiduría y afecto hacia la Compañía del padre Corpus. En esta mañana la ponencia se titulaba “La comunidad hacia una cultura del encuentro”.
El Espíritu en 1623 no intervino sólo ni puntualmente, el Espíritu ha soplado durante la Asamblea General y soplará siempre que estemos abiertas a su acción.
El texto inspirador que Él tomó fue el de Mc 7, ¡Ephata!. Es el encuentro a solas lo que permite el diálogo y hace posible la salvación de la persona sorda. ¡Ephata! Lo hace en singular por que la palabra de Jesús se dirige a la persona. Somos cada una de nosotras las que debemos abrir y curar de nuestro mal, debemos quedar afectadas por Cristo. La curación se realiza de manera inmediata, la persona recobra su dignidad. Jesús salió a su encuentro, y cada día sigue saliendo al encuentro del ser humano, él es el que sale a buscarnos.
El padre, tomó como símbolo de una comunidad que vive y camina hacia una cultura de encuentro, el del Papa Francisco, el poliedro. En el poliedro todos los lados se tocan, depende de unos de otros, sin eso formar la figura. El poliedro es como una sociedad donde las diferencias pueden convivir complementándose e iluminándose unas con otras. Es nuestro deber construir puentes y ayudar a que los hombres y mujeres puedan atravesarlos.
Destacó la importancia de la globalización de la solidaridad y la fraternidad. Como nos invita el Papa Francisco en Fratelli Tutti a ser artesanos de la paz, una paz que empieza por uno mismo, de nuestra forma de vivir, que se construye con nuestras manos, y lo primero que tenemos que hacer es empezar por nuestras comunidades.
A ejemplo de nuestra fundadora que resolvió toda cultura de desencuentros con humildad que favoreció siempre la cultura del encuentro fijándose en la mansedumbre y dulzura de Jesucristo ( C115). Toda la vida de Santa Luisa es una vida de encuentros con los Pobres.
Por último el padre nos indicó los caminos propuesto por la Compañía para desarrollar la cultura del encuentro. El primer camino es la formación empezando por la inicial hasta la continua. Importante la formación en corresponsabilidad a nivel de comunidades. El segundo camino, la comunicación como medio indispensable para dar respuesta a documento Inter asambleas. El tercer camino es tener presente en nuestra vida a María, mujer de la cultura del encuentro, mujer de la escucha activa, mujer de la cercanía.
Damos las gracias al Padre Corpus por su cercanía y claridad en cada una de sus exposiciones. A la comunidad de San Vicente de Madrid por su acogida y a todas las hermanas y seglares que han hecho posible estas jornadas de formación. Esperamos que cada una sepamos transmitir con nuestra vida todo lo escuchado, reflexionado y orado.
Una hermana participante