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"He aprendido tanto con las Hijas de la Caridad y sus equipos, que han cambiado mi vida"

12 | 07 | 2020

El pasado noviembre salió a la venta ‘Va de vida’,  el primer libro de Eduard Sala, con el que ha ganó el premio ‘Feel Good 2019’. Desde 2015, Eduard desempeña el cargo de Responsable de Acción Social de Caritas de Barcelona. Anteriormente, trabajó 12 años en la Fundación de las Hijas de la Caridad dirigiendo los centros de la Obra Social Santa Lluïsa de Marillac y Llar de Pau. Las historias personales vividas en su trayectoria profesional llenan las páginas del libro, con un peso importante de su etapa en las Hijas de la Caridad, como él mismo reconoce.

¿De qué trata el libro?
El libro recoge exactamente la misma estructura de la charla de despedida de la Obra social Santa Lluïsa de Marillac. Durante 12 años y medio fui el director de Santa Lluïsa y durante tres de Llar de Pau. El día que me despedí de esos espléndidos 12 años y medio, lo hice a mi manera. La última charla de formación/conferencia estuvo basada en la metáfora de la mochila, aquella mochila invisible que llevamos todos encima. Además, ese día también utilicé la frase que hay puesta en Santa Lluïsa, “Va de vida”. Este libro se llama “Va de Vida” y va sobre la mochila de esa despedida de Santa Lluïsa.

El libro va de los aprendizajes realizados durante toda una vida de acompañar a personas en situación vulnerable. También de acompañar a personas sin hogar, con drogodependencias o en prisión, desde Hijas de la Caridad. Aprendizajes importantes de esa gente que acompañamos. Aprendizajes importantes de las personas que acompañan y aprendizajes de la vida. Se ordena en estos tres bloques. Los aprendizajes surgen a partir de la metáfora de la mochila, salpicados por muchas historias concretas, con los nombres de los protagonistas cambiados, de las cuales surgen preguntas. Preguntas como: “¿cómo sabrás tú que tu vida habrá valido la pena ser vivida?”; o “¿Qué conversación tienes pendiente tú con alguien que te importa?, ¿cuánto tiempo hace que tienes esa conversación pendiente?”; o  “¿quién quieres ser tú realmente? y ¿lo que quieres ser es lo que eres ahora?”. Ese tipo de preguntas. La gente va a descubrir en el libro como personas a las que no tienen en cuenta o que ni miran, nos dan lecciones de vida impresionantes. Y desde una perspectiva de esperanza, muy vicenciana.

¿De dónde sale la idea para escribir el libro?
A mí me pidieron escribir el libro. En Santa Lluïsa ya lo decíamos, hay tantas historias que da para escribir un libro. Pero nunca había llegado el momento, porque no tengo tiempo. La idea surgió porque alguien me dijo: “no puedes quedarte lo que sabes, lo que has vivido”. Y eso me tocó mucho la moral porque creo en ello, en socializar, en compartir aquello que realmente sabemos. Cuando me pidieron que escribiera el libro intenté pasarle el muerto a una compañera, pero me dijeron que no tenía escapatoria. Han sido dos años, no por lento, sino por falta de tiempo. Al final he ido rascando de algún fin de semana y de las vacaciones.  Pero la idea de escribirlo era esa: “¡Quién soy yo para guardarme eso que me han regalado!”. Porque los aprendizajes han venido de gente que me ha regalado verdades como puños.

¿Han quedado historias sin escribir?
Me doy cuenta que hay para escribir cuatro libros, pero no creo que escriba ninguno más.

Te iba a preguntar justo eso, si publicarás una segunda parte.
Ha sido agónico este libro. No me cuesta nada dar 400 charlas, de 40 horas, y puedo incluso sacármelas de la manga, pero con un libro te expones mucho, porque cada línea cuenta y puedes meter la pata tranquilamente. Por eso cuesta mucho. Pero no puedo decir nunca. Nunca digas nunca. No creo que haga otro libro. No creo que no vaya a tener el tiempo, de nuevo.

"En Santa Lluïsa ya lo decíamos, hay tantas historias que da para escribir un libro"

Volviendo a la mochila, ¿cómo se hace para trabajar diariamente con personas con vulnerabilidad y que no te afecte en tu vida personal?
No tengo varitas mágicas. A veces no duermo, como todos los que amamos a las personas.  Pero algo que he aprendido y que me ayuda a gestionarlo es que ahora, que estoy contigo, sólo puedo estar por ti. Cuando tú te vayas, me tengo que estrenar con la siguiente persona. Nadie puede quedarse atrapado con la persona que habla, porque mañana no vuelve. Es como intentar salvar, que no salvamos a nadie, a alguien que se ahoga tirándote al agua y se ahogan los dos. No somos útiles acompañando personas si nos hemos perdido con cada una de ellas.

Creo que ayuda estar muy presente en el ahora. Tener clarísimo tus fuentes, dónde vas a beber aguar de nuevo, dónde vas a llenarte de nuevo. Trabajar juntos, siempre en equipo y siempre con el equipo. No aquello de para el otro, sino con el otro. No creerte nada de lo que ya sabes y estrenarte siempre. Y cuando dejas de estrenarte siempre, no cuentas con el otro, cargas con pesos que no son tuyos o te tomas personalmente las cosas, vas por libre como si fueras un francotirador en lugar de jugar en equipo; y te olvidas de tus fuentes, de aquello que te llena, y de tener equilibrio en tu vida, estás acabado. Y hay mucha gente que pese a estar acabada, continúa atendiendo a personas y acaban siendo parte del problema de los otros. Cuando dejas de estrenarte con cada persona que te llega, no puedes seguir trabajando.

¿Hay alguna historia especial para ti dentro del libro?
Hay de todo. En el libro se habla de Sor Genoveva, pero también se habla de Sor María, de Sor Rosario, de Sor Laura y de compañeros de la Obra Social o de Llar de Pau. Hay vivencias de personas que ya están muertas, que acompañamos desde Hijas de la Caridad. Desde la segunda historia, que es la historia de las dos misas de Gallo. Algo que aprendí en mi primera Navidad en la OS Santa Lluïsa. Viví la Navidad con las personas sin hogar del centro de convalecientes, con una misa de gallo que hizo el padre Mulet. Luego me marché rápidamente a la misa de gallo de mi parroquia y fue un impacto impresionante, darme cuenta de cómo estaban un lugar y otro a galaxias de distancia y que en mi comunidad no hay nadie de los que duermen en la calle. Mi comunidad, que quiero, que me estaban esperando, que tenía mi lugar… y acababa de salir de mi primera Nochebuena. Fue una caída del caballo, totalmente.

Esa es una, pero hay muchas. De Hijas de la Caridad hay desde una historia que hablo de la resurrección de Carlos, que no se llamaba Carlos, que tocaba en los Ronderos, un grupo de música; a la de los suicidios de Josep, que tampoco se llamaba Josep, quien intentó suicidarse dos veces estando con nosotros, una tirándose al mar y otra al metro en la plaza Urquinaona. Hay 17 historias relacionadas con las Hijas de la Caridad y me di cuenta haciendo el libro de lo importante que han sido las Hijas de la Caridad en mi vida y los compañeros y compañeras con los que he estado. Y sólo he estado 12 años con ellas. Llevo 35 años en el campo social y esos 12 años en Hijas de la Caridad ocupan casi la mitad del libro.

Estamos hablando de acompañar a las personas más olvidadas. Sor Genoveva decía siempre que la prisión es el lugar más marginal, porque los internos no pueden decidir a qué hora se van a dormir o cuando pasear. Hijas de la Caridad me ha marcado, he aprendido tanto con ellas y sus equipos, que han cambiado mi vida.

¿Las hermanas salen mencionadas en el libro?
Salen con su nombre real, solo con el nombre de pila, excepto  Sor Genoveva, que sale como Sor Genoveva Masip. Cuando hablo de Sor Maria, es Sor Maria Mulet, cuando hablo de Sor Laura o Sor María Luisa, hablo de ellas, de Sor Laura García o Sor María Luisa Hurtado. No he puesto su apellido porque entonces tendría que haberles pedido permiso. Pero no me ha dado la gana de cambiar su nombre de pila, porque no sabrán que hablo de ellas, pero quería que saliera su nombre, porque si se lo pregunto ya sé que me van a decir que no, pero no me daba la gana. Me las quiero mucho y creo que vale mucho la pena que se sepa que hay personas concretas.

El mundo necesita testigos y  testimonios. El mundo necesita referentes, en un momento en el que no hay referentes, a nivel político ni a nivel cultural. Tenemos responsabilidad también en eso. Ellas no lo viven así, pero hay una parábola en una lectura del Evangelio, que habla del candil. La luz de un candil no se puede colocar debajo de una silla, sino que hay que colocarlo en la parte alta de una habitación para poder iluminar a la gente.

Lo siento, pero las hermanas son luz en el mundo; y también los laicos, hay compañeros que salen aquí con su nombre. Son amigos míos que son un referente tanto para mí como para el mundo. El mundo necesita saber que existen. 

Los titulares de los periódicos están llenos de grandes fracasos, de grandes inútiles y cretinos, y de gente que sólo aporta sombra. Hay que dar luz y esperanza al mundo. Este libro intenta dar eso. No es algo mío tampoco, esto es gracias a cantidad de gente. No me lo he inventado, no hay nada que no haya ocurrido. Cada uno explica las cosas desde su perspectiva, pero todo lo que sale aquí ha ocurrido, desde una perspectiva de la esperanza. Es una idea muy vicenciana. Esa idea del servicio desde la alegría y que no se puede dar nunca a nadie por acabado, lo he aprendido con ellas, con San Vicente de Paúl y con Santa Luisa de Marillac –en ese momento Eduard señala las imágenes de los dos santos que tiene en su despacho-. En casa los tengo también. Forman parte de mi itinerario. Que alguien en el siglo XVII dijera que Dios está especialmente en esa persona que huele, que puede dar miedo o que me amenaza, es bestial. O esa frase de San Vicente que dice que “nadie se recupera si no tiene a nadie que le importe”, la utilizo siempre. Es fundamental que alguien sea importante para alguien. Hijas de la Caridad acompaña siempre a personas que no son nadie. Son tan importantes en la medida en la que hacen que la gente se sienta esperada por alguien. Por eso no me ha dado la gana de pedirles permiso, quiero que salga al menos su nombre.