Formación en Derechos Humanos

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15 | 04 | 2025

Durante el fin de semana del 4 al 6 de abril, en la comunidad de María Reina de Barcelona, un grupo de Hermanas y profesionales de nuestras casas, participamos en una enriquecedora formación sobre “Los Derechos Humanos”. Tuvimos ocasión de escuchar y compartir con el profesor Juan Manuel Aparicio, sacerdote de la Parroquia de Tres Cantos (Madrid).

Los Derechos Humanos, proclamados en 1948, se definen como un conjunto de derechos y libertades fundamentales inherentes a todas las personas, sin distinción de nacionalidad, raza, género, religión, orientación sexual, edad, discapacidad u otra condición. Están reconocidos y protegidos por tratados y convenios internacionales, así como por las constituciones y leyes nacionales. Su fundamento es la dignidad humana, y se articulan en torno a los principios de igualdad, justicia y libertad. Estos derechos son interdependientes e indivisibles, y su propósito es salvaguardar a las personas frente a abusos y violaciones, promoviendo un entorno donde puedan desarrollarse y vivir con plenitud.

Sin embargo, su existencia no es suficiente por sí sola. A lo largo de la historia, los profundos cambios sociales nos muestran que, cumplir con los Derechos Humanos en su forma más básica, es solo el punto de partida. Es necesario ir más allá, adaptándolos y fortaleciéndolos según las necesidades de nuestro tiempo.

El profesor Aparicio nos invitó a reflexionar sobre los valores predominantes en cada época de la historia: la centralidad del individuo, la fuerza de la comunidad, las verdades dominantes y la presencia de Dios en la vida social. En este contexto, resaltó la figura de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, quienes hace más de 400 años ya vivían y promovían una atención profunda a la dignidad de las personas, mucho antes de la proclamación oficial de los Derechos Humanos.

Estudiamos las normas que Santa Luisa transmitió a las Damas de la Caridad para atender a las personas más vulnerables en las parroquias donde se asentaban, así como la valoración de San Vicente por el papel de la mujer en el servicio de la caridad.

Reconocimos, con dolor, que los Derechos Humanos han sido reiteradamente vulnerados a lo largo de la historia, generando sufrimiento, injusticia y exclusión. Por ello, se vuelve imprescindible seguir trabajando por su ampliación y perfeccionamiento. Esta tarea solo es posible si se entienden como una norma inalienable, universal, indivisible y natural, basada en la propia naturaleza humana. Porque, en definitiva, los Derechos Humanos son solo para las personas.

Cuando se proclamaron, aún no existía el concepto de “globalidad” que manejamos hoy. Sin embargo, sí había una conciencia colectiva de la necesidad de proteger la dignidad humana. En la actualidad, nos enfrentamos a una cultura dominada por el individualismo. Ante esto, el Papa Francisco nos invita a fomentar una “cultura del encuentro”, que nos abra a la empatía, al diálogo y al compromiso fraterno.

La encíclica Dignitatis Humanae nos recuerda el valor del diálogo como vía para alcanzar acuerdos justos, promover la madurez personal y evitar la tolerancia ante lo intolerable. Es urgente construir una sociedad basada en un “justo orden público”, donde reine la paz, la seguridad y el respeto, permitiendo que todas las personas vivan libres de violencia y temor, en un ambiente de convivencia pacífica.

Solo así se podrá garantizar la protección de la integridad física y moral de cada ser humano, así como la preservación del orden social.

La Iglesia, inspirada por el Evangelio, va más allá de los Derechos Humanos: nos llama a vivir las Bienaventuranzas, a asumir en nuestras vidas las actitudes de Jesús y a comprometernos con una vida al servicio de los demás, especialmente de los más vulnerables.

Seamos testigos del Evangelio en nuestro trabajo, en la convivencia, en el servicio cotidiano. Nuestra misión es transmitir los valores que Jesús nos enseñó y que San Vicente y Santa Luisa encarnaron con tanta fuerza. Solo así, trabajando juntas, podremos ayudar a construir una sociedad más justa, que restaure la dignidad humana y erradique las injusticias.

Fue un encuentro agradable, conviviendo, orando, reflexionando y comentando sobre el tema tratado. 

Mercedes Toribio HC