Encuentro de Hermanas jóvenes de Europa

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03 | 07 | 2024

Un solo corazón y una sola alma. 

Hijas de la Caridad desde 2 hasta 15 años de vocación reunidas en la Casa Madre de París estos días del mes de julio

A continuación la traducción del canto del video:

Con fe y compromiso, estamos aquí de toda Europa, 
Queremos ser luz en la noche, esperanza en el dolor. 
Transformando vidas, amando sin temor, 
Soñando juntas, construyendo un mundo mejor. 

Hijas de la Caridad, con un solo corazón y un solo espíritu, 
Cuidamos la vida, sembramos la esperanza. 
Con Vicente y Luisa, guías de amor sin igual, 
Luchamos por los pobres, con audacia y creatividad. 

Soñamos un mañana, de paz y fraternidad, 
Juntas iremos más lejos, más alto.
Con valentía y fe, seguiremos a Jesús
 

La casa madre acogió a las hermanas hasta 15 años de vocación de toda Europa los primeros días de julio en un encuentro bajo el lema “Un mismo corazón, una sola alma”. La superiora general nos convocó hace un año y desde ese momento, se empezó a preparar este encuentro, que ha contado con la participación de todas. Primero recogieron nuestras inquietudes, sueños y miedos acerca del futuro de la Compañía en Europa. Después se formó una comisión para organizar estos días, de la que formaron parte, junto con las consejeras de Europa, tres hermanas que también participaban en el encuentro, una de ellas de la provincia de España Sur.

El encuentro comenzó con la presentación, por parte de las hermanas, de las distintas provincias que nos encontrábamos allí, lo que permitió conocer tanto la realidad política o social como los servicios de las hermanas que estábamos participando.

Cabe destacar que no hubo hermanas de todas las provincias de Europa, porque algunas de ellas como Portugal, no cuentan con hermanas en esa franja de vocación. También contamos con un tiempo de encuentro por países para conocernos mejor. Cada una de nosotras llevábamos una presentación de nuestra comunidad, servicio y un sueño. Nos dimos cuenta de que en España tenemos la ventaja de que ya nos conocemos puesto que hemos convivido tanto en el Seminario como en la formación inicial, algo que no sucede en todos los países. 

 

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Isabelle Morel, mujer laica que ha participado en el Sínodo en la fase europea, nos compartió su experiencia de sinodalidad. Nos preguntamos qué necesita la Iglesia para que la Buena Noticia sea hoy creíble. Habló de la práctica sinodal como un proceso, en si mismo, de evangelización, porque permite caminar al ritmo de los más pequeños, de las víctimas, permitiendo que se sientan acogidas. La sinodalidad nos invita a buscar los medios para que todas las personas puedan expresarse de tal forma que no se pierdan las “pequeñas voces”. También exige cuidar la vida comunitaria porque sólo puede ser sinodal si hay comunión eclesial. En este sentido señaló que si la vida consagrada no muestra que podemos vivir en comunidad, ¿quién podrá hacerlo?. Por eso puede ser el mejor ejemplo de sinodalidad. Además necesita de la escucha del Espíritu Santo y del arte de la conversación. Así, por grupos, tuvimos una experiencia de conversación espiritual, basada en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, y que sirvió de guía en el Sínodo para abordar los distintos temas. Ese mismo día también hicimos la experiencia de compartir durante tres horas con una o dos hermanas que nos asignaban, y que no conocíamos, con la única premisa de hacer algo útil. Nos permitió abrirnos, conocernos y superar, entre otras cuestiones, la dificultad del idioma.

La superiora general, sor Francoise Petit, presente en muchos momentos del encuentro, compartió también con nosotras su reflexión. Hizo un análisis de la realidad actual de la Compañía en Europa (presente en 24 de los 50 países con 16 provincias y una región, Albania. La media de edad es de 78 años y la de la Compañía es de 70. De las 11.400 Hijas de la Caridad de todo el mundo, 5.500 están en Europa). Tras presentar estos datos, partió de los miedos que las hermanas habíamos señalado a través de un cuestionario que se nos realizó meses atrás. Entre ellos señaló el miedo a perder la propia identidad y la esencia de la vida espiritual; a perseverar en fidelidad; a la soledad y superficialidad; a la elevada media de edad de las hermanas y al futuro misionero.

En relación con las esperanzas, destacó la de vivir juntas en Europa, la de una Compañía generosa y el deseo de cruzar fronteras. Señaló que había percibido un sentido general de corresponsabilidad y de sentirnos continuadoras de una historia.

Posteriormente abordó la dimensión misionera actual en Europa y nos animó a “no dejarse abrumar por los obstáculos que existen objetivamente, sino que dejen espacio a la misión, a la pasión de servir a sus hermanos y hermanas, que ellos estén presentes en sus intercambios (...)”. Así afirmó que en Europa existe la dimensión misionera pero para seguir existiendo es necesaria una renovación: “la pesada gestión de algunos servicios, los edificios demasiado grandes para hoy, han facilitado la toma de conciencia de que es necesaria una renovación (....) conservando al mismo tiempo el dinamismo, la creatividad para lo que todavía es posible hoy. Estar presente en los lugares de pobreza, vivir junto a sus hermanos y hermanas los pobres, privilegiar las pequeñas estructuras”.

En este sentido señaló que la Compañía nos llama a “ser más presencia del Evangelio en medio del mundo”. Para ello es necesario vivir mejor la Eucaristía y “romper los cerrojos del miedo que conducen a la muerte”. Afirmó que este avance que la Compañía necesita se hará en varias etapas y la primera de ellas es la de renovar los espíritus.

Después nos animó a “guardar” nuestros “sueños misioneros”. “Por favor, permanezcan vivas, sean discípulas misioneras, sean Hijas de la Caridad como nuestros Fundadores las han querido, es decir, enraizadas en el Evangelio, plenamente entregadas en su misión de hoy y disponibles para ponerse en movimiento como Jesús y sus discípulos”.

En relación con los proyectos actuales de la Compañía, destacó la lucha contra los abusos de poder, la intensificación de la dimensión internacional y la renovación del clima comunitario.

Por su parte, el director general, José Antonio González C.M., habló de la identidad de las Hijas de la Caridad en el mundo de hoy. Señaló la importancia de diferenciar entre lo fundamental del carisma y aquello que es cultural, coyuntural, que forma parte de la historia. Para ello es importante preguntarnos qué nos dice Dios en esta realidad que vivimos así como tener herramientas que nos permitan leer el mundo de mañana, preparándonos así para el futuro. Conseguir un equilibrio entre el carisma recibido y las necesidades, desafíos del mundo.

Señaló la necesidad de preguntarnos si la seducción de Jesús sigue viva en nosotras y en nuestras estructuras; cuidar la vida espiritual y recordar que al encontrarnos con Cristo en los pobres, no somos nosotras las protagonistas, sino Él que ya está allí presente; y que necesitamos la vida comunitaria.

En cuanto a los desafíos, destacó la necesidad de preguntarnos por aquello que da sentido a lo que hacemos cuidando para ello la capacidad contemplativa, para no “atrofiarnos”. Así, la contemplación es otro desafío para poder realizar un buen discernimiento. Cultivar la interioridad para acoger la vida desde el corazón. Unido a esto, está la formación, que nos ayude a acoger la realidad cambiante de este mundo, permitiendo una conversión del pensamiento, huyendo de la rigidez.

Asimismo abordó la apertura a la esperanza para poder vivir “en la noche del mundo”, considerando la oscuridad como momento creativo por experiencia porque nos instroduce en lo invisible: “si la luz está con nosotros, no importa la oscuridad”.

Durante el encuentro también hubo testimonios de hermanas sobre su experiencia en el servicio con jóvenes; de la realidad de una hermana en Ucrania tras el estallido de la guerra; de la vida comunitaria y de la respuesta con motivo de la petición de un servicio de dos años en otra Provincia por el 400 aniversario de la “Lumiere”.

Hubo espacio para el trabajo personal, en grupos por lenguas y en el grupo con todas las hermanas, visita a la Casa Madre así como a lugares significativos en París para nuestra vocación y momentos de oración y celebraciones muy profundas.

Por último, algunas visitadoras compartieron el proceso que se está siguiendo de trabajo conjunto entre las distintas provincias de Europa. Señalaron que se han creado unas comisiones con hermanas representando las distintas provincias, para el trabajo conjunto de la Formación Inicial (incluido un Seminario Común) y la Pastoral Vocacional. Estas reuniones son el comienzo de un proceso que se está fraguando, y en el que quieren que todas formemos parte. Por eso el sentido de este primer encuentro europeo. Son conscientes de los retos que supone y al mismo tiempo de los nuevos desafíos que van surgiendo. Señalaron que lo importante no es la Provincia sino la Compañía; no es el número, sino la presencia.

Sor Francoise, al final del encuentro, nos invitó a profundizar en lo esencial, apoyándonos en la lectura, en la oración también con los documentos eclesiales, informándonos para no quedarnos con mensajes simplistas, teniendo tiempo para poder profundizar porque nuestro carisma lo exige para poder “ir y venir”. En segundo lugar nos animó a seguir abriendo las puertas del corazón, eliminando aquello que nos impide tener la mirada de Jesús. Ser mujeres de esperanza, con los pies en la tierra, llenas de Dios, porque la fuente de la caridad está en Cristo. Por último señaló que la Compañía confía en nosotras y por eso nos pidió que continuemos en nuestra misión, amando donde estamos, pero sin olvidar nuestra corresponsabilidad. Ser realistas, pacientes, comprometidas, atentas, sintiéndonos parte de la Compañía.

Compartimos a continuación con vosotras algunos testimonios de las hermanas que participaron en el Encuentro.

Vivir está pequeña experiencia europea en el corazón de la Compañía ha sido un gran regalo.

He disfrutado mucho con los testimonios de nuestras hermanas de Europa, cada uno en un contexto social y cultural muy distintos entre sí pero con un mismo sentir, una misma meta que es vivir nuestra vocación de Hija de la Caridad donde Dios quiera. Uno de los momentos especiales fue cuando nos presentaron El Proyecto Europeo. Me sentí agradecida por todo lo que nos compartieron y, sobre todo, escuchar las inquietudes y esperanzas en las intervenciones posteriores de las hermanas europeas; creo que hubo una gran ilusión compartida por todas con referencia a este proyecto y todo lo que va a englobar.

Otro momento especial fueron las intervenciones de la Superiora General, al principio y al final del encuentro. Me gustó mucho como nos situó en la realidad de toda la Compañía, en concreto a nivel europeo, pero también haciéndonos ver qué hay Compañía de Hijas de la Caridad más allá de las fronteras de Europa, unas fronteras que en ese momento sentí que caían, para ampliar nuestras miras y dejar envolvernos por el sueño de Dios para la Compañía, de ir donde El nos quiera. (Mariu)

Estos días en París han sido una oleada de emociones:

Alegría llena de agradecimiento por haber sido convocada a un encuentro de tanta riqueza vocacional, donde hemos palpado una gran fraternidad en la compañía entre hermanas de diferentes países, culturas e historias.

Emocionada y a la vez abrumada al reconocer de manera más patente nuestra corresponsabilidad ante la situación de la compañía, que nos pide a través de las diferentes voces que nos hablaron, una gran apertura del corazón, que hace quitar miedos y romper fronteras físicas y mentales.

Confiada de que la compañía del hoy no es la de ayer ni la de mañana y que siempre ha sido guiada y acompañada por el espíritu y lo seguira haciéndo, a través de las voces pequeñas y grandes.

Todo esto ha hecho que  aumente mi deseo de tener  un corazón mas abierto y disponible a la voluntad del padre. (María del Mar)

Ya en los últimos días, pensaba en cómo iba a volver a la comunidad e iba a hablar a las hermanas de todo lo que hemos vivido en este encuentro… todas me dirían… “Eso ya sólo lo vivirás tú”... y hoy soy más que consciente de poderles decir con gran alegría que ¨ya estamos en camino¨ y que ellas también forman parte de éste, y que gracias al proceso que ellas han vivido, estamos nosotras hoy aquí. Siempre he pensado que son un regalo de Dios las hermanas que van por delante abriendo caminos, acompañando, dando luz y esperanza… gracias a unas que vivieron su proceso, a las que lo están viviendo y haciendo posible, y a las que lo viviremos… la pequeña compañía seguirá viva siendo fiel a nuestros fundadores y estando disponibles a la acción del Espíritu Santo en cada una de nosotras. Resumo estos días con la frase de San Pablo en su primera carta a los Corintios ¨Si no tengo amor, no soy nada¨… porque al final sin casi entendernos, sin conocernos la mayoría de nada, experimentando distintos ritmos de vida y de servir, pero todas con la misma convicción de que es Cristo quien nos ha llamado para servirle en sus preferidos. He vivido a cada hermana como un regalo de Dios y estoy segura de que juntas formamos ese precioso puzzle que es la Compañía. (Salud)

El encuentro europeo ha sido un auténtico regalo, donde he podido descubrir cómo se vive una misma vocación, donde hemos podido conocernos, compartir metas y sueños comunes, para lograr un mejor servicio a los más pobres. Pues como decía el lema del encuentro somos “un mismo corazón, una sola alma”. Me llevo muchas cosas para seguir reflexionando e interrogarme. ¡Gracias por todo lo vivido y compartido! ¡Seguimos creando puentes hacia el futuro, un futuro común! (Cristina)

Este encuentro ha sido un gran regalo de Dios y del que aún tengo mucho que meditar y profundizar. Por un lado, lo he vivido como una llamada fuerte a la conversión, a vivir lo esencial del Carisma y a confiar en la mano Providente de Dios que guía el camino de su pequeña Compañía. Por otro, la gran necesidad de vivir la fraternidad y unidad entre nosotras, como testimonio del Evangelio y forma de hacer presente a Cristo. (Inés)

Un gran regalo del Señor y de la Compañía vivir estos días de alegría, encuentro fraterno y compartir en la tierra de nuestros Fundadores, mirando al futuro con confianza en Dios y en la Virgen Milagrosa y en la luz del Espíritu Santo para el bien de los pobres. (Cati)

Llegamos a la casa madre, las puertas se abrían a nuestro paso y no sólo físicamente, se hacía realidad el sentido de una casa de puertas abiertas. Nos presentaban el encuentro y existían palabras que ya resonaban en nuestro interior: alegría, encuentro, diversidad, servicio, esperanza, sueños, Europa… pero un poco de incredulidad y expectación me sobrecogía ¿sería esto una especie de torre de Babel donde nadie se entiende? Empezamos trabajando la sinodalidad, cuando llegó nuestro primer reto, de dos en dos ser capaces de hacer algo útil. Pero esta vez, no estábamos separadas por lenguas o por países anexos… Me tocó una hermana ucraniana, en un primer momento ni el poco francés e inglés estudiado años atrás servían para mucho. Un poco de pictonary (dibujos) y gestos, junto al google traductor hicieron que nos pudiéramos comunicar e intercambiar experiencias de nuestros servicios y realidades. Al día siguiente, sor Francoise compartía con nosotros desde nuestras inquietudes cual era la realidad europea y hacia donde caminábamos: “Romper los cerrojos del miedo que conducen a la muerte con una apertura de fronteras.” Quitar nuestros propios frenos y salir de una misma era necesario para avanzar, no sólo a nivel personal sino también a nivel de la Compañía. “Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.” (Hechos 2, 3-4) Y así fue como las hermanas fueron dando sus testimonios, en donde siempre había una cosa en común la llamada a ser Hija de la Caridad, aquí, allí o donde el Espíritu Santo nos guie. El padre director nos habló de la identidad de las Hijas de la Caridad y sin saber como poco a poco empezamos a relacionarnos, a compartir la fe, a superar los obstáculos y quedarnos con todo aquello que nos unía. Los últimos días nos presentaron el proyecto europeo, donde juntas soñamos el futuro de la Compañía y se nos invitó a seguir caminando desde la Esperanza.  Y después de estos días tocó volver a Galilea, algunas con la incertidumbre de un destino nuevo, pero con la confianza y la serenidad de que la Compañía camina conmigo. Una Compañía más allá de las fronteras, de las distintas realidades, de países, que se ha hecho viva en estos días compartidos. Gracias por este gran regalo. (Lucia)

Doy gracias a Dios por estos días en los que el espíritu Santo se ha derramado en abundancia, regalándonos una experiencia marcada por la comunión fraterna, donde cada una hemos podido ensanchar el corazón  hacer experiencia de una Compañía que va más allá de nuestras fronteras personales y geográficas. El deseo unánime de crecer en autenticidad y de vivir en fidelidad, nos ha hecho palpar aún más la grandeza de la vocación recibida y ha supuesto un fuerte impulso a la disponibilidad. Asimismo se nos ha invitado a soñar con la esperanza, conscientes de que el Señor es quien va perfilando nuestra senda, abriéndonos a un horizonte inesperado y sorprendente. (Andrea)