Despertar en Manresa...

La Santa Cueva de Manresa es el lugar estratégico donde el impetuoso Ignacio  serenó su espíritu y se lanzó a la búsqueda de la voluntad de Dios. Allí, en el silencio logró “saber a qué sabe Dios”. Así y todo, la cueva no fue para él el rincón liberador, donde no molesta nadie. Ese lugar de Dios le lanzó al mundo, lo puso en salida después de una purificación y de un serio discernimiento.

San Vicente de Paúl conocía y admiraba la calidad espiritual de San Ignacio y los riesgos que corría al enviar novicios a la misión donde no podía faltar la audacia y la creatividad apostólica. Nuestro Fundador aludía a Ignacio cuando hablaba a las Hermanas enviadas a Calais. (Conf. 4 de agosto de 1658).

En las conferencias a las Hijas de la Caridad encontramos hasta 19 citas, poniendo al santo de Loyola como modelo de virtudes apostólicas y buen gobierno.

En pleno trabajo sobre la revisión de obras, puede que se cuele solapadamente algo de desolación, cosa no deseada para el espíritu porque se opone frontalmente a la esperanza. Hemos de seguir abriendo puertas y “poner los medios como si todo dependiera de nosotras, pero confiando totalmente en Dios porque todo depende de Él” (San Ignacio).

Ambos hombres de Dios, han sido un  modelo para la Iglesia por su servicio diaconal de Caridad. Ellos nos animan a entonar un canto de gratitud por tantas Hermanas, hoy mayores, que han tejido su santidad “AMANDO Y SIRVIENDO”

Comisión de Comunicación.