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Confinamiento: Oportunidad para un nuevo servicio

23 | 07 | 2020

La Comunidad “Obra Social San Vicente de Paúl”, está situada en el barrio del Picarral de la ciudad de Zaragoza, dentro de la enmarcación de la margen izquierda del Ebro. Formamos la comunidad 4 Hijas de la Caridad, vivimos en un piso del barrio de “Nazaret”, en San Juan de la Peña 181, una barriada sencilla. 

Entre las labores que realizamos desde la comunidad, una de ellas es el reparto de alimentos en la Parroquia Nuestra Señora de Nazaret. 

Durante la situación del confinamiento por causa del coronavirus, hemos estado pendientes desde el teléfono de las familias del barrio y de otros lugares; insertas en el barrio y colaborando con la Parroquia, tres de las hermanas intentando ayudar para dar respuesta a las necesidades de las personas del barrio. Dos hermanas colaboran en el Centro de Día de la Obra Social San Vicente de Paúl de Zaragoza - Hijas de la Caridad -, que atiende a personas adultas sin hogar, personas en situación de gran vulnerabilidad.

 Nuestro servicio también llega a otros Centros o Recursos Sociales: IASS (Instituto Aragonés de Servicios Sociales) en las actividades que realizan, en el centro “Fogaral” de Cáritas y en la Parroquia de Nazaret: 1 hermana en Catequesis  de comunión y 2 hermanas en Cáritas los martes.

Que María Madre de la Compañía siga guiando nuestros pasos hacia los pobres, que vele también por nuestra comunidad.

Queremos compartir nuestra experiencia en el reparto de alimentos durante la pandemia provocada por el coronavirus.

Los alimentos los proporciona el “Banco de Alimentos”; también las personas voluntarias y nuestra comunidad han aportado personalmente con su servicio y económicamente ante esta cruda realidad que  el covid-19  ha llegado a provocar; creemos que en estos  momentos todo ello ha sido una ayuda importante para la alimentación básica de las familias. El mes de marzo del Banco de Alimentos nos dieron alimentos dos veces y después pasamos al 20 de abril, en junio ya se normalizó y nos han dado cada quince días. 

Otro servicio o ayuda para el barrio ha sido tener informadas a las familias de las ayudas a las que podían acceder, las becas del comedor escolar, así como informarles de los teléfonos de diversas Entidades Sociales donde podían recurrir: Cáritas, Cruz Roja, Ayuntamiento de Zaragoza, Servicios Sociales y de Urgencias Sociales y  Ayuda a Extranjería.  Otros llamaban pidiendo colaborar y trabajar, y nosotras facilitábamos los enlaces que Cáritas y la Cruz Roja nos mandaban.

El número de familias que atendemos en tiempo normal son 22, pero en este tiempo de confinamiento las que hemos atendido han sido 30. La realidad nos sorprendía: según terminábamos del reparto, aparecían en la puerta familias que se habían enterado y venían a buscar alimentos, pues nos decían que no tenían nada para darles a los hijos, ese día nos íbamos más contentas, pues… “el Señor se nos presentó en persona pidiendo alimentos.”

Varias familias del barrio con niños a cargo, habían dejado de venir a la Obra Social porque su situación se había normalizado, pero  durante el confinamiento nos pidieron de nuevo la ayuda,  pues  en el trabajo les habían hecho un “ERTE” y no habían recibido ninguna  ayuda económica. 

Siguen llamando varias familias al Párroco, pidiéndole alimentos y él las deriva a la Obra Social, todas vienen buscando alimentos; intentamos darles los teléfonos antes mencionados para que la ayuda sea más completa.

Las personas que atendemos son:

Familias monoparentales, con varios niños, que gracias a los abuelos (con pensiones bajas), pueden ir a realizar algún trabajo por horas, sin contrato. Otras dependiendo de los Servicios Sociales y Cáritas.

Personas con problemas diversos: paro, ruptura familiar, con adicciones o drogodependientes. Familias que han de dejar solos a los hijos, a sus mayores… familias sin trabajo y con  problemas con la justicia y algunos con trastornos mentales, se hace difícil la convivencia. Familias gitanas poco  integradas en el mundo laboral-social, con niños a su cargo, pero la ayuda entre ellos es buena. 

Personas inmigrantes sin documentación que sólo al poner un pie en el barrio quieren trabajar … lo cual es difícil; si se les ha facilitado algún trabajo,  ha sido cuidando ancianos que viven solos, y siempre con la necesaria supervisión. Vienen familias  con hijos de su país y otros, solos,  tienen que convivir con otras familias aquí y a veces no es tan fácil. Algunos emigrantes cuando llevan un tiempo en el barrio y no pueden más que sobrevivir, se marchan a otra ciudad.

Hay otra zona del barrio, en Salvador Allende, ocupada por familias obreras jóvenes, con hijos pequeños, trabajan pero con la inseguridad laboral actual y el paro. En nuestra Parroquia de Nazaret, sus niños vienen a las catequesis de comunión, hay fluidez de trato. 

Haciendo una evaluación de las familias atendidas por los organismos antes citados durante el coronavirus, hemos observado lo siguiente:

Cáritas ha ayudado a pagar los alquileres de las familias del barrio,  con vales de alimentos y material inmobiliario que ellos habían solicitado, 

Cruz Roja ha dado vales de alimentos a otras familias, trabajo a otras personas que -teniendo documentación- han podido realizar este servicio y, según nos informan, aún están trabajando. 

Las becas del comedor escolar han sido cobradas por varias familias  que las solicitaron, pero el cobro ha sido a mes vencido. 

A los jóvenes que viven solos se les informó de poder ir a los comedores sociales unas veces y en otras se les han hecho compras de alimentos.

Que sigamos siempre las huellas de San Vicente de Paúl que nos decía "Los pobres son mi peso y mi dolor"