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Boletín n.7 'Comunicando'

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15 | 03 | 2020

La revista Comunicando nos informa de la actividad de las Hijas de la Caridad de la provincia de España Este.

A continuación, un fragmento de la carta de la  Visitadora, sor Juana Mº Belzunegui, con la que abrimos el séptimo número del Boletín: Comunicando.

SOR JUANA Mª BELZUNEGUI, VISITADORA
ENSÉÑAME, SEÑOR

La respuesta al Salmo responsorial de las lecturas de la Palabra de Dios de hoy, martes de la VI semana del Tiempo Ordinario, dice así:

“Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor”

Se trata del versículo 12 del Salmo 94. Buscando otras traducciones de este mismo salmo, he encontrado otra que dice:

 “Oh Señor, feliz aquel a quien corriges y le das tus enseñanzas”.

Sabemos con el salmista, que educar pasa por corregir y enseñar, pero también sabemos, por propia experiencia, que educar pasa sobre todo por amar.

A cada una de nosotras el Señor nos ama personalmente, su amor es incondicional, nos acepta tal y como somos, y cuando nuestras fuerzas se agotan, “en la cuarta vigilia de la noche, estando fatigados, cansados, rendidos…” entonces aparece el Señor para ENSEÑARNOS que es mejor no confiar en nuestras fuerzas, ni en nuestra experiencia, sino en Dios porque Él nunca nos falla.

Cada día Él quiere “EDUCARNOS”, y pide nuestra docilidad. Tenemos que observar, asimilar, acoger. La enseñanza de nuestro Dios dura todo el día, para aprender tenemos que fijarnos, leer las situaciones, reconocer su voz.

En el Documento “Caminar desde Cristo” publicado hace unos años, me resultó muy sugerente el nº 15 y con frecuencia me ayuda recordarlo:  

“Es muy importante que toda persona consagrada sea formada en la libertad de APRENDER durante toda la vida, en toda edad y en todo momento… para dejarse instruir por cualquier parte de verdad y belleza que encuentra junto a sí. Pero, sobre todo, deberá aprender a dejarse formar por la vida de cada día, por su propia Comunidad y por sus hermanos y hermanas, por las cosas de siempre, ordinarias y extraordinarias, por la oración y por el cansancio apostólico, en la alegría y en el sufrimiento, hasta el momento de la muerte”.

Es la misma llamada que nos hace el salmista. El Señor nos educa a través de los acontecimientos de cada día. Él nos los pone delante, sabiendo el sentido y la importancia que tienen para cada una. Es necesario entenderlos, descifrar sus mensajes en un encuentro comunitario, en una noticia, en una alegría repentina, en una preocupación persistente.  

Dichoso el hombre a quien Tú educas, Señor… También Él nos educa a través del silencio, de los silencios, porque el silencio nos lleva a reconocernos personas con sentimientos, deseos, amor, fragilidad, límites, que me hace ser realista para no “pretender grandezas que superan mi fragilidad” que nos alerta también el salmista. Dice Álvaro Ginel que “Hay un silencio que educa, es decir, que te hace sacar lo mejor que hay dentro de ti.

Hay un silencio que hace camino hacia donde sólo se puede ir sin palabras. Las mejores palabras no son las que aprendemos fuera, sino las que brotan de dentro, las que ya están ahí, dentro de ti, esperando la oportunidad de ser pronunciadas”. 

El Señor, a nosotras, sobre todo nos educa a través de los demás, de los Pobres, de las Hermanas de Comunidad. A través de la vida y de la experiencia, la nuestra y la de los otros. Hace falta superar la rutina y los prejuicios, dejarnos guiar por la Sabiduría de Dios en las decisiones diarias. Se hace imprescindible pedirle que purifique nuestro corazón para que lata al compás de Dios, para que veamos las cosas como Él las ve, para valorarlas como Él las valora y para rechazar lo que Él rechaza. 

Dejémonos enseñar y educar por el Señor. Que nuestra actitud sea la de saber aprovechar las bendiciones que cada día el Señor pone en nuestra vida. Dejémonos enseñar y evangelizar por los Pobres. Dejémonos enseñar por las Hermanas, ayudándonos a avanzar juntas en nuestro caminar hacia el Señor.

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