Noticias

Boletín Comunicando n. 10

  • Comunicando
08 | 02 | 2021

Ya tenemos el Boletín del mes de Enero en casa

 Año nuevo, Año de abrazos.

“Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.
Y abrazaba a los niños y los bendecía poniendo las manos sobre ellos”. (Mc. 10,16)

“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre,
y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”. (Lc. 15,20)

Entre los múltiples mensajes que corrieron por la red el día de Nochevieja, muchos de ellos nos deseaban que en el año 2021 “volvamos a abrazarnos”.
La pandemia que estamos padeciendo ha provocado muchos cambios en nuestra vida y uno de ellos es el de la distancia de seguridad y en consecuencia no poder abrazarnos. 
El abrazo es un gesto que nos ayuda a expresarnos en diferentes momentos: puede ser un saludo, una muestra de cariño. Los abrazos han sellado en ocasiones pactos de paz entre países o pueblos. Y bien sabemos de los beneficios que para los recién nacidos tienen los abrazos, de ellos dependen en gran medida su desarrollo posterior. Y dicen que los abrazos hasta fortalecen el sistema inmunitario. Lo que está claro es que hoy no debemos abrazarnos por prudencia. 
El abrazo es un gesto natural de Jesús hacia los niños. Los acoge con un abrazo, haciéndoles sentir a través del mismo, la acogida para luego expresar verbalmente una bendición. No solo los niños, muchos experimentaron sus abrazos. Jesús abrazó porque en aquel signo común se transmitía a la persona el abrazo del Padre y su honda humanidad.
Cuando a final del mes de diciembre llegaron las vacunas contra el COVID, me llamó mucho la atención que bastantes de los ancianos expresaban que se decidían a ponerse la vacuna para poder abrazar pronto a sus hijos o nietos. Realmente lo más duro de esta pandemia está siendo para casi todos, sobre todo para las personas mayores, el no poder estar cerca de los que quieren y sobre todo en el momento final.
La Palabra de Dios nos revela que también las circunstancias adversas son misteriosamente “abrazadas” por la ternura de Dios. En la adversidad, el Padre de la vida no deja de inclinarse amorosamente sobre la humanidad afligida, no abandona al hombre, obra de sus manos, sino que se acerca para ser con su Palabra lámpara y luz para sus pasos, guía y consuelo en el camino.
Hemos comenzando el año con los deseos de que sea nuevo y feliz, así nos lo hemos dicho unos a otros. Dios siempre permanece a nuestro lado y esto es el motivo profundo de nuestra esperanza. Por eso, aunque no podamos abrazarnos literalmente os invito en este año nuevo a ABRAZAR de verdad:
-    La VIDA que cada mañana estrenamos. Se nos puede pasar desapercibido que el despertar cada día es un don de Dios, una oportunidad para amar y en ello gustar del amor de Dios a cada uno de nosotros.

-    La FE y la VOCACIÓN. Nuestros Fundadores nos invitaban a apreciar la dicha de haber sido llamadas por todo un Dios para entregar nuestra vida al Servicio de los Pobres, sabiendo que quien nos llamó nos dice: “Ánimo, ¡no tengáis miedo!”.

-    La COMUNIDAD en la que vivimos y compartimos la fe y la vocación. ¡Qué grande es poder contar con Hermanas que nos quieren, que se preocupan de nosotras y a las que queremos y procuramos su bien!. Cuántas personas viven hoy en soledad. Abracemos en nuestro corazón a cada una en particular y cuando el Covid lo permita intercambiemos nuestros abrazos de Hermanas que se quieren profundamente.

-    El SERVICIO a los POBRES que la Compañía ha puesto en nuestras manos. Y sobre todo abrazar a personas concretas a las que regalamos tiempo, corazón, escucha, acompañamiento, servicio. Los pobres sabemos bien que muchas veces no han sido abrazados ni por la vida, ni por su familia, ni por nadie… estamos llamadas a ser abrazo de Dios para ellos porque Dios sobre todo les quiere con amor preferente. 

-    Las DIFICULTADES que la vida nos vaya presentando, y este año nos ha presentado muchas. Por experiencia sabemos que esto es así, que las dificultades llegan. Abracémoslas, acojámoslas como parte de nuestra vida y santidad. Dicen que los tiempos de dificultad son tiempos de humildad. 

-    Las ALEGRÍAS que también sin duda llegarán. “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor”. Esta es la alegría mayor y tendremos otras muchas, la alegría que todos esperamos, la solución al COVID-19. Seamos agradecidas. 

-    Las ENFERMEDADES que antes o después son una realidad y nos recuerdan que somos frágiles, necesitadas. Pidamos al Señor que nos conceda la paz para acogerlas, aceptarlas y poner todo de nuestra parte para superarlas.

-    Y por qué no, abracemos también la MUERTE si es que en este año el Señor quiere disponerlo así. Para los cristianos la muerte es el paso para la VIDA definitiva. Es el regreso a casa, el VERDADERO hogar. Recuerdo una persona que con gracia decía: “sé que tengo que morirme, pero me da mucha pereza…”. Muchas veces nos cuesta pensar en esto, pero es una realidad que nos acompaña hasta el momento final. 
Podría seguir la lista de cosas que abrazar en este año nuevo. Os invito a que la completéis cada una en vuestra realidad personal. 
Os animo a que comencemos este nuevo año con mucha ESPERANZA y sobre todo agradeciendo a Dios todo lo que por su gracia podemos abrazar aún en estos tiempos de pandemia. Un ABRAZO para cada una.
    
                    Sor Juana Mª Belzunegui, H.C.
 

Enlaces relacionados