Periferias: Querido hijo. Simplemente gracias. El Primer empleo.

Querido Hijo

9 de Junio de 2021

Querido HijoEscribo para hablarte de tu papá. Siento una gran admiración por él. Cuando seas más mayor seguirás acordándote de momentos a su lado. O conservarás una vaga imagen de su rostro y de su voz. Quizá te preguntes cómo hubiera sido una infancia junto a él. Quiero que sepas que siempre estuvo a tu lado. No hubo un solo día en el que no pensara en ti. Tú fuiste quien le animaba cada mañana para levantarse de la cama. Aunque hubiese días que le costase encontrar sentido a lo que estaba viviendo. Aprendió castellano gracias a ti. Horas de clase que le recordaban tu corto paso por la escuela. Días repitiendo palabras, semanas sin entender nada. Tengo que confesarte que alguna vez se cansó, pero nunca llegó a tirar la toalla. 

Los primeros días tras su llegada a uno de nuestros pisos comía poco. Arroz y pollo. A veces, unas patatas para cenar. Por la mañana, café. Y durante el día, algún que otro té. Cocinaba bien. Nos agradecía todo lo que hacíamos por él. Pero no soportaba estar en mejores condiciones que vosotros. Él había arriesgado mucho para venir y su único objetivo era poder trabajar para enviaros el dinero que necesitabais. 
Una de las primeras cosas que nos enseñó, aunque teníamos dificultad para comunicarnos, fue tu foto. Y la de tus hermanas y hermanos. Te vimos con tu madre, con tus abuelos. Dentro y fuera de casa. En días de fiesta y trabajando. Quería que, con el tiempo, fuéramos con él a tu país. Para conocerte. Te hablaríamos de España. Él nos enseñaría vuestra impresionante cultura. Y te contaría que aquí todas las calles están asfaltadas, que puedes caminar sin temer por tu vida o que te roben, que los niños van a la escuela hasta que son mayores. Y que está lleno de perros. Tu papá está muy asombrado con esto. 

Creo que es una de las personas más valientes que conozco. Cruzó varios países hasta llegar a España. A pie, en autobús o en camión. Trabajaba en cada lugar al que llegaba para ganar algo de dinero con el que seguir el viaje. En la construcción, descargando, ayudando en el mercado. Tuvo que cruzar el mar en una lancha de goma. Varios días a la deriva hasta que Salvamento Marítimo le rescató. Dice que no tuvo miedo. Pero no habla mucho sobre eso. 
¿Te imaginas todo lo que os quiere para hacer esto? No existe ningún superhéroe que pueda igualarlo. Aunque, pensándolo bien, ojalá no tuviéramos que hablar de él como un héroe. Sólo como un papá que vivió junto a su familia en el lugar que le vio nacer.

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Patricia de la VegaHija de la Caridad
Fuente:  https://alfayomega.es/querido-hijo/

Simplemente gracias

14 de Mayo de 2021

«Gracias». Es lo único que me contestó. Lo repitió tres veces. Quizá para comprobar que lo había entendido bien. Le intentaba decir que confiara más en nosotros, aunque en ese momento no lo comprendiese del todo. De la misma forma que él se lo pedía a su mujer y a sus cinco hijos, que le esperaban en el campamento saharaui del que partió.

Su respuesta me llevó a otros «gracias» que recibo de las personas que acompañamos cada día. Por un momento de escucha, al explicarle cómo llegar a un lugar de la ciudad, por avisar de un cambio en el programa, por preguntarle cómo le ha ido la clase de castellano o tras realizar juntos una gestión. Otro chico agradecía que le hubiésemos explicado la importancia de llamar a la puerta antes de entrar.

¿Se puede vivir agradecido tras abandonar, sin una despedida, aquello que te sostenía? ¿Puede mantenerse esta acitud en una situación que no se llega a comprender? Cuando se vive entre pérdidas y heridas sin curar. En el tiempo en el que se experimenta la soledad y los sueños se frustran. Tras desengaños y decepciones. Errantes en una sociedad que se olvidó de ser madre y hogar. Justo ahí, expresar el agradecimiento es un acto de valentía. Algo revolucionario. La gran mayoría de ellos lo hacen. Porque «Dios nunca me ha dejado» y «tengo vuestra ayuda». Así se convierten, con esta sencillez y confianza, en un espejo incómodo que nos desnuda. Invitándonos a reconocer como extraordinario todo aquello que calificamos de normal.

Por eso hoy quiero dar las gracias. En primer lugar a estos hombres y mujeres que mantienen la inocencia y se atreven a confiar. Que siguen encontrando motivos para reconocer el bien en sus vidas. Y que, a pesar de que la noche sea densa, saben descubrir la luz para atravesarla iluminando todo a su paso. Que disfrutan y te invitan a hacerlo con ellos.
Gracias a quienes se abren a otras vidas sin tener en cuenta el pasaporte y creen de verdad en otra humanidad. Una donde se mira desde abajo y se camina de la mano sin preguntar nada. Donde cada uno es tierra sagrada y todos van descalzos. Gracias a quienes creen que aún se puede sembrar en los márgenes y tienen la paciencia de esperar a que la higuera dé frutos, aunque haya que esperar un año más.

A todos aquellos que no tienen miedo a caer; a quienes mantienen la fe y la fortalecen en la dificultad, a quienes siguen sonriendo. A todos aquellos que nos invitan a ser cada día un poco más humanos. Simplemente y sinceramente gracias.

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Patricia de la VegaHija de la Caridad
Fuente: https://alfayomega.es/simplemente-gracias/


La satisfacción de conseguir el primer empleo en España

14 de Abril de 2021

Apareció con una sonrisa. «Esto es muy duro» dijo con el rostro alegre, brillante. Era su primer día de trabajo. Antes de volver a casa vino a contárnoslo. ¿A quién si no? Ocho horas de pie a baja temperatura. Usar la carretilla, cargar cajas, etiquetar. «Mi primer trabajo en España. Estoy cansado y muy contento». Unos días después ya no tenía tantos dolores por todo el cuerpo. Algún compañero se ofreció enseguida para llevarle en su coche y acercarle a casa cuando terminaba la jornada. Pero él seguía utilizando el autobús de la empresa. Aunque tardase más tiempo. ¿Por qué? Unos días después de comenzar a trabajar llegó otro chico nuevo. Es de origen español, pero no de la ciudad. Llevaba poco tiempo y no se ubicaba muy bien. Él, de Gambia, llegó hace más de un año. Sabe bien qué es sentirte desorientado, perderse, preguntar constantemente. Así que durante unos días decidió bajarse en la parada de su nuevo amigo. Lo acompañaba hasta casa y después cogía otro autobús para ir a la suya.

Unas semanas más tarde otro chico nos enseñó, triunfante, una carpeta. En ella, un contrato de cuatro años. Lo miraba y nos daba las gracias. Le repetíamos que era el resultado de su esfuerzo, constancia, buen trabajo. Recordaba divertido cuánto le costaba ir al curso de formación que le ha abierto las puertas. «Pero vosotros me insistíais en que debía ir. Al principio pensaba que os podía engañar. Pero solo me engañaba a mí mismo». Los diez años de experiencia como soldador en Guinea también le han ayudado. Sustituirá a una persona que se jubila. Dice que ha aprendido muchas cosas. Algo que solo se consigue, según él, «si crees que no sabes nada». Además le ha llevado a su casa y le ha presentado a su familia. «He tenido mucha suerte». Algunas veces ha tenido que escuchar comentarios despectivos como: «Negro, dame eso», o «no sé cómo te han dado un contrato». No le importa. Cree, simplemente, que esas personas no saben lo que dicen.

No son los únicos que están trabajando. Jóvenes de distintas nacionalidades, inician con ilusión su primer trabajo. Otros esperan su turno. Cada mes que pasa es un regalo. Porque cualquier día una llamada y una notificación puede negarles la posibilidad de seguir trabajando. Una resolución desfavorable de su solicitud de asilo les cerrará todas las puertas.
 

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PORPatricia de la Vega Hija de la Caridad

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testimonio

Periferias: La vida te obliga a ser fuerte.

Las notificaciones denegatorias a las solicitudes de asilo se suceden en las últimas semanas. Tempestades que hacen zozobrar jóvenes vidas. Tampoco esto podrá con ellos. Su sueño y esperanza son más fuertes que cualquier marea. Pero también necesitan salvavidas.

La vida te obliga a ser fuerte

Se ha ido. Pero no de vacaciones. Ha cambiado su foto de perfil de WhatsApp por la frase «La vida no te pregunta si quieres ser fuerte, te obliga a serlo». Una noche decidió coger un autobús y huir. Pensó que esa era la única manera de empezar de nuevo. En otro lugar de España. Quizá en Europa.

Llevaba desde marzo trabajando unas horas como limpiador en un comedor. Este fue su primer contrato en España. Con la paga extra del verano ayudó a su padre a comprarse una moto en Marruecos. Todos los meses enviaba algo de dinero, porque tenía que pensar también en ellos. Le faltaba una semana para terminar su primer curso de formación prelaboral y había mejorado mucho su nivel de castellano. Se reía de los primeros meses, en los que se encerraba en casa por no poder comunicarse.

Hace unas semanas llegó la noticia que desbarató su presente y truncó el futuro. La notificación de que su solicitud de asilo no había sido admitida. Se había convertido en una persona sin papeles. Tuvo miedo. Estaba convencido de que, si se acercaba a la oficina de extranjería a recoger la resolución, le detendrían. No es real. Pero es lo que se cuentan entre ellos. Llevaba varios días preguntando por qué el Gobierno español no quería que se quedase. No pedía ayudas. Solo el permiso de trabajo.

En nuestra última conversación no entendía la existencia de tantas fronteras.

—Solo he venido a cumplir mi sueño.

Se sentía echado de su propia casa. Rechazado. Quizá la política actual y sus leyes no entienden de humanidad.

Ese mismo día otro compañero, esta vez de Mali, recibía la misma noticia. Estuvo en silencio bastante tiempo. Quería que le explicase el motivo de dicha denegación. No entendía. Pensaba que España quería que se quedase.

—Ahora solo me queda Dios.

Las notificaciones denegatorias se suceden en las últimas semanas. Tempestades que hacen zozobrar jóvenes vidas. Tampoco esto podrá con ellos. Su sueño y esperanza son más fuertes que cualquier marea. Pero también necesitan salvavidas.

Patricia de la Vega
Hija de la Caridad

Fuente:https://alfayomega.es/wp-content/uploads/2020/09/1178_30-07-2020.pdf

Fecha de Publicación: 30 de Julio de 2020

Periferias - ¿Qué responderías?

Le encanta montar en bicicleta. Desde que le regalaron una va con ella a todas partes. El día que se la dimos preguntó si los Reyes Magos conocían este lugar. La pasada Navidad, estando en otra ciudad, no habían llegado. Pensaba que al salir de Colombia ya no le encontrarían. Es un niño muy observador. Ha cumplido 8 años. Siempre está pendiente de su hermano pequeño. Le gusta sumar y contar en inglés hasta diez. Todavía no sabe leer, pero ya ha aprendido el abecedario. En su país estuvo tiempo sin acudir a la escuela por la dificultad de acceso.

Aquel día no tenía ganas de trabajar. Movía el lápiz por la hoja sin hacer nada. Le animé a que terminara rápido. Su respuesta fue un sencillo: «¿Para qué?». Le contesté con una obviedad: «Para terminar pronto». Pensaba que ahí concluiría la conversación, pero no estaba satisfecho y repitió: «¿Para qué?». «Para que puedas irte a jugar», le respondí. Me miró poco convencido, asintió con la cabeza y siguió con su tarea.

Las personas que se encuentran en proceso de solicitar asilo preguntan en un gran número de ocasiones para qué deben rellenar ese papel, firmar aquel documento, aportar tantas explicaciones que remueven su pasado doloroso... si depués no se escuchará su petición. El último informe de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) denuncia la cantidad de problemas burocráticos con los que se encuentran y que, al mismo tiempo, silencian otras cuestiones como la situación en Ceuta y Melilla, agravada tras la pandemia. En España solo el 5 % de las solicitudes de asilo finalizan con una resolución favorable. En el resto de Europa la media es del 32 %. En los próximos meses se esperan un gran número de denegaciones, ya que desde marzo se han resuelto miles de expedientes. Eso supondrá, para quienes no cuentan con un empleo, volver a una situación de exclusión.

La mayor parte tiene muy claro para qué ha venido. Eso fortalece su esperanza, aun cuando reciben la peor de las noticias: «Tu petición ha sido desestimada». Nosotras seguiremos acompañando en esta búsqueda de sentido. Quizá debamos cambiar la pregunta para descubrir nuevas respuestas. Jesús de Nazaret nos mostró cómo hacerlo.

Patricia de la Vega
Hija de la Caridad

Fecha de Publicación: 09 de Julio de 2020

Fuente: https://alfayomega.es/wp-content/uploads/2021/02/1175_09-07-2020.pdf

Periferias: "No vas a morir"

Cuenta que lo más duro de la travesía desde Camerún hasta Marruecos fue cruzar el desierto. Iba con un grupo de chicos. No sabe cuántos. Se perdieron. No tenían comida. Solo una botella pequeña de agua para cada uno. Bebían del tapón para no desperdiciar ni una gota. Caminaban hasta que anochecía. Se tumbaban en la arena. Cuando salía el sol, retomaban la marcha. Un día comenzó a sentirse mal. No podía avanzar. Paró a uno de sus amigos:

—Cuando me muera, llama a mi madre y díselo. Tengo su número escrito en un papel que llevo en el bolsillo del pantalón.

—¡No vas a morirte! ¡Tú saldrás de aquí! ¡Cruzaremos el desierto y llegaremos a Europa!

—Lo siento, no puedo seguir.

—Los dos lo conseguiremos.

Ya habían perdido a algunos compañeros por el camino: mordeduras de serpiente, inanición, sed, cansancio extremo. Él podía ser el siguiente.

Ante la insistencia de su amigo sacó de su mochila el único objeto que tenía junto con la botella: una Biblia. Empezó a leer algunos versículos. Los repetía mientras andaba. Hablaban de confianza en Dios, de su amor infinito por cada uno de sus hijos, de que Él nunca nos deja solos. Los repetía en voz alta mientras caminaba. Sus pasos se hicieron fuertes. Alcanzó su meta. Está trabajando y habla castellano con fluidez.

El aula donde ha aprendido castellano está ocupada por otros chicos que persiguen integrarse en el país. Vidas de distintos colores marcadas por el dolor, el afán de superación y la esperanza en un presente distinto. Un futuro prometedor.

El 20 de junio celebramos el Día Mundial del Refugiado. La muerte de George Floyd ha destapado las actitudes discriminatorias, racistas, humillantes, que viven algunas personas en todo el mundo. Hemos olvidado que el otro es también mi hermano. Una persona como yo. Pero no está todo perdido. Me lo recordó un chico de Ghana. Hace unos días, una compañera llegó unos minutos tarde a un taller que tenía que impartir.

—Siento el retraso.

—Nos alegramos de que hayas venido. Lo importante es que estés aquí.

Patricia de la Vega
Hija de la Caridad

Fecha de Publicación: 18 de Junio de 2020

Fuente: https://alfayomega.es/wp-content/uploads/2021/02/1172_18-06-2020.pdf

Periferias: Mi primer beso

Está mal decirlo. Sucedió durante el Estado de alarma. Todavía en la fase uno. 
Aquella mañana no las esperaba. Salieron a pasear y llegaron a la oficina. La pequeña iba de la mano de su madre. Cuando abrí la puerta corrió y me abrazó fuerte con sus delgados brazos. Después, juntó su cara con la mía y me dio un beso. Encima de la mascarilla. El primero desde hace meses. Sincero, delicado, alegre. Y me di cuenta de cuánto los echaba de menos. De por qué Jesús se rodeaba de niños. Saltó por la estancia hasta llegar al despacho. Le di una hoja roja. Su color favorito. 

—¡He aprendido a dibujar perros! Me ha enseñado mamá. Ella la miró y contestó: «También a leer y a sumar». Asintió. 
Estuvimos hablando de su dificultad para pagar el alquiler del piso durante estos meses sin trabajo; de un préstamo bancario que le habían ofrecido para asumir esto gastos.

—El problema es que después lo tendré que pagar junto. Y será peor. 
La pequeña, que ya tiene 6 años, nos interrumpió: «Voy a pintar algo muy tierno». Me hizo gracia que usara esa palabra. 

Continuamos conversando. 

—Voy a retomar el trabajo que tenía. Dos empresas de hostelería. En una de ellas no tiene contrato. 

—Dicen que igual cuando pase esto me hacen uno. Sé que no está bien, pero por lo menos me pagan. Si no, ¿cómo haríamos para asumir todo? El sueldo de mi madre también es pequeño. 

Quiero pediros ayuda. Alguien tiene que quedarse con la niña mientras estamos fuera.

Su vocecita volvió a interrumpirnos: «¿Os gusta?». En el centro de la hoja había trazado un círculo grande. Una cara. Sin nariz ni boca. Solo unos ojos. Y abundante pelo. Lo había pintado de rosa. «Es mamá». Ella le dio un beso en la frente. 

—Buscaremos a alguien. No te preocupes. 

Sigamos guardando la distancia social,  cumpliendo la normativa sanitaria, siendo responsables. Sin que esta nueva normalidad no enfríe la ternura ni nos devuelva a la antigua indiferencia. 

Miremos a los niños. 

Cambiemos el corazón de piedra por uno de carne.

Alfa y Omega (Periferias) del 28 de mayo al 3 de junio de 2020
Patricia de la Vega Hija de la Caridad

Fuente: https://alfayomega.es/wp-content/uploads/2021/02/1169_28-05-2020.pdf

En Melilla y gracias a las Hijas de la Caridad, aprendí que por muchas vallas marroquíes o españolas que se pongan quien esté en peligro de muerte en su país va a huir igual, pongas las vallas que pongas. Pero abracé a Dios, volví a tener fe en el ser humano que a veces es tan despreciable gracias a la gente que me había encontrado durante esta experiencia, volví a tener fe en la humanidad.

Alba Carod, 21 años

Conocimos la realidad de la ciudad de Melilla, una ciudad con un alto porcentaje marroquí y con un gran porcentaje de MENAS, Menores Extranjeros No Acompañados, de los cuales también conocimos su realidad: una realidad dura donde las haya pero de la cual aprendí cosas que nunca hubiera imaginado y para la cual las 5 Hermanas con las cuales estábamos compartiendo esta maravillosa experiencia estaban creando un proyecto que también nos enseñaron: un lugar donde ellos pudiesen estar, donde poder compartir, disfrutar y sentir el amor de Dios.

"Tratemos bien a los pobres, pues ellos son nuestros amos y señores"

San Vicente de Paúl